José Apezarena

Qué pasa si elegimos un Gobierno irresponsable

“Lo siento, pero los griegos han elegido un Gobierno irresponsable”. Con tamaña frescura se ha expresado el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, al término de la reunión con sus colegas de la zona euro para hablar de Grecia y su deuda.

Un tenso encuentro, que terminó ayer sin acuerdo, y en el que los socios de la moneda única han dado un ultimátum al Gobierno de Alexis Tsipras para que pida la extensión de su rescate entre hoy y el viernes, porque el actual plan de salvamento caduca el 28 de febrero.

Además de alemanes y fineses, y junto a los otros dos países rescatados, Portugal e Irlanda, España es uno de los interlocutores que con más firmeza se enfrenta a las peticiones helenas. Insiste en que Atenas debe respetar las reglas, y el ministro Guindos ha destacado que la “línea roja” es que los préstamos se devuelvan “en su integridad”.

El gran argumento que de entrada planteó el nuevo Gobierno griego, nada más resultar elegido, para intentar imponer al resto de Europa sus demandas, se resumía en decir que tal era la sagrada voluntad de sus ciudadanos, expresada en las urnas.

Sin embargo, forzar la voluntad de los otros países no resulta tan sencillo. A su proclama sobre la decisión soberana de los helenos se les ha respondido diciendo que también otros ciudadanos han hablado en sus países, eligiendo sus gobiernos respectivos, y por tanto no existe prevalencia alguna de los griegos.

Lo que está ocurriendo a Grecia es la consecuencia de la actuación de políticos que buscan conquistar al electorado recurriendo a propuestas muy atractivas y esperanzadoras pero... irrealizables. Imposibles en la medida que dependen de otros que se ven, no solo afectados, sino incluso perjudicados. El propio Schäuble lo ha explicado muy bien: “Las promesas electorales a costa de terceros no son realistas”.

O sea, que una voluntad libremente expresada no es por sí misma, por ese simple hecho, ley universal, perpetua e irrevocable. Pero mucho menos para imponerla a terceros concernidos. No lo es tampoco si lo que se aprueba es irrealizable, o si es injusto. Razonamientos ambos que podrían venir al pelo frente a supuestas voluntades independentistas que andan por estos pagos.

En fin, que el voto, que es tan importante, que es cuasi sagrado, sin embargo no lo valida todo por sí mismo. Para razonar esto último no haría falta remitirse a la victoria democrática de los nazis en Alemania.

Elegir un Gobierno irresponsable, votarlo a pesar de que realice ofertas imposibles, utópicas o falsas, constituye una necedad. Y es jugar con fuego. Que se lo pregunten a los griegos.

 

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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