José Apezarena

La preguntita de Pedro Sánchez

"¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?".

Tal fue la pregunta que el Ejecutivo socialista, presidido entonces por Felipe González, planteó a los españoles en el famoso referéndum de marzo de 1986 sobre la continuidad en la OTAN. La participación fue del 59,4%, y el sí consiguió el 52,5 de los votos.

Con toda intención, la frase fue redactada con el objetivo deliberado de concretar lo menos posible, reflejo del temor del Gobierno a un resultado negativo. Por eso no se especificaba lo más mínimo sobre el fondo del asunto, sobre esos "términos acordados por el Gobierno de la Nación" que, por supuesto, nadie se entretuvo en explicar a la ciudadanía.

Pues aquella formulación recuerda muy mucho a la preguntita que Pedro Sánchez ha ideado para su consulta sobre los pactos de investidura. Comprueben, si no: "El PSOE ha alcanzado y propuesto acuerdos con distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno. ¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista?".

De nuevo, ningún detalle. Ni sobre con quién se habían alcanzado acuerdos, ni sobre su contenido concreto. Y, por si fuera poco, dejando de pasada una puerta abierta a pactar con no se sabe quién. Es decir, seamos claros, con Podemos.

Este tipo de procedimientos con truco recuerda el famoso relato de aquella votación en la que el preboste propuso: "Que no levanten la mano los que no voten no". Y mientras los presentes se dedicaban a averiguar exactamente cuál era la pregunta y qué deberían contestar, pasó el tiempo y el presidente concluyó: "Aprobado".

Pedro Sánchez ha logrado, aparentemente, su objetivo de superar con bien el trámite de la militancia. Sin embargo, analizando con frialdad las cifras del referéndum, tampoco debería presumir demasiado. Porque ha votado el 52% del censo, con un respaldo del 79%, lo que, traducido a cifras absolutas, representa solamente el 41% de los afiliados. Pero puede vender el sí, y de hecho lo está haciendo.

Más inquietante resulta la actitud de la actual dirección socialista. Desde mi punto de vista ha mostrado un escaso respeto a sus propias gentes, a las que ha tratado como menores de edad: apelando al sentimiento elemental del patriotismo partidista, y acogiéndose a la ausencia de todo sentido crítico porque la propuesta viene de la dirección y eso es más que suficiente.

Parece claro que el actual líder del socialismo se está mostrando muy ducho en trucos y maniobras de corto alcance para conseguir sus objetivos. Que se lo pregunten a Susana Díaz o al Comité Federal. Y hasta al momento le van saliendo bien. Tanto, que hasta puede llegar a presidente del Gobierno. Lo cual, visto los comportamientos, será una éxito para él, porque habrá cumplido el sueño, pero no sé si será bueno para el país. Y me temo que, salvo un radical cambio de talante y de tácticas, creo que no mucho.

 

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena


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