El rey toma el mando

El contenido, pero sobre todo el tono, del discurso de Navidad de don Juan Carlos traslucen que el monarca ha tomado el mando de la situación.

¿De qué situación? De la que viene provocando el escándalo de los negocios oscuros de Iñaki Urdangarín, el marido de la infanta Cristina.

No hay duda de que la revelación de los comportamientos del yerno del rey está castigando duramente la imagen de la monarquía, de su titular y del heredero.

El problema es que la cosa no va a quedar ahí sino que el problema continua, y aumentará, cuando se produzcan los pasos previsto de citación a declarar, imputación, juicio y, previsiblemente, condena.

Don Juan Carlos no está dispuesto a que el deterioro de la Institución continué. Por eso, además de la famosa rueda de prensa de Spottorno en la que calificó de “poco ejemplar” la actuación de Urdangarín, el mensaje de Navidad puede considerarse definitivo.

El rey ha sido muy claro. Los comportamientos no “ejemplares” resultan intolerables, la justicia tiene que intervenir, y además aplicando el rasero habitual, es decir, sin privilegios ni exenciones, porque todos somos iguales ante ella.

Verde y en botella. Y más rotundo no se puede ser.

Además, ha reflejado su voluntad de continuar al frente del timón, y el deseo de recuperar, en su caso, el aprecio perdido, con esas apelaciones al corazón de los españoles.

También ha hablado, sí, del heredero, del príncipe Felipe, y con enormes elogios. Pero, a la vez, sin el menor resquicio que pueda hacer pensar en una cesión de poderes.

 

Don Juan Carlos se encuentra al mando y así quiere seguir. Durante bastante tiempo, por lo visto.

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