José Apezarena

Qué sabe el rey

Los días 24 y 25 de octubre, el rey volverá a recibir a los grupos parlamentarios, en unas consultas de muy última hora para designar candidato a la investidura. Faltarán solamente cinco días para que expire el plazo en el que, si no hay mayoría en el Congreso, resulte inevitable ir a terceras elecciones. ¡Hay que reconocer que han apurado al máximo las fechas!

Si Felipe VI ha decidido, tal como ha anunciado Zarzuela, repetir ese trámite, que debe culminar con la nominación por su parte de un candidato, hay que concluir que lo hace porque existen posibilidades ciertas de que el proceso acabe positivamente, es decir, que finalmente se consiga la formación de Gobierno, poniendo así término a la pesadilla del largo bloqueo institucional.

Digo que tiene que conocer que esas opciones son reales, porque sería impensable que el monarca iniciara de nuevo unas consultas que pudieran acabar en fracaso. Resultaría altamente dañino, desde el punto de vista político y social, que se repitiera el espectáculo de la incapacidad para llegar a acuerdos de investidura.

Porque, en caso de celebración en vano de ese trámite parlamentario, suponiendo por tanto que al final no fuera posible una mayoría suficiente, sufriría también, sin duda, la propia figura del rey, como promotor de un intento con aparentes expectativas que finalmente acaba fracasado.

Dicho más escuetamente: si no existieran opciones verdaderas, el rey no habría puesto en marcha el mecanismo de las consultas.

Así que el rey sabe.

Felipe VI sabe, tiene certeza, que Mariano Rajoy aceptará el encargo de intentar formar Gobierno porque ha recibido garantías de que, en segunda votación, conseguirá la mayoría suficiente, es decir, más síes que noes. Unas seguridades que solamente pueden provenir de los contactos, discretos pero eficaces, que mantiene con el nuevo dirigente del PSOE, Javier Fernández.

Igualmente, el monarca sabe que los socialistas tienen ya la solución para aportar el número suficiente de abstenciones que haga posible la investidura del candidato del PP.

Y si está al cabo de la calle, con esas garantías, solo puede ser porque los respectivos protagonistas así lo han trasladado a La Zarzuela antes de que tomara la decisión de volver a repetir las consultas para la investidura. Lo cual parece bastante razonable.

 

La investidura y formación de nuevo Gobierno cerrará, por fin, una lamentable época de inseguridad política, de incertidumbre, que incluso ha llegado a poner en cuestión el propio sistema institucional y, desde luego, a los partidos y líderes políticos protagonistas, por su manifiesta incapacidad.

No obstante, si por fin se clausura la actual coyuntura, es posible que la intervención del rey en todo el proceso, cuidadosa, exquisitamente neutral, pero a la vez con iniciativa, con impulso (por supuesto, siempre dentro de los límites constitucionales), pueda constituir uno de esos pasos necesarios para la consolidación definitiva de su figura y de su papel. Una especie de reválida, nada fácil, aprobaba con buena nota.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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