Esos sindicalistas corruptos

La suma de escándalos que ha protagonizado UGT de Andalucía, y que ahora se van conociendo, parece que no va a terminar nunca. Un día sí y otro también aparece una nueva sorpresa. Una sinvergonzonería tras otra, que dirían en mi tierra.

Lo último, por ahora, es esa factura por 12.716 euros que pagó en 2010 por invitar a sus empleados a una fiesta nocturna, en vísperas de la Feria de Abril de Sevilla.

Como ya ocurrido con otros muchos gastos, cargó el importe a una partida aparentemente oficial: la subvención anual que otorgaba la Consejería de Empleo de la Junta Andalucía para los gastos de representación del sindicato en la negociación colectiva. Es decir, supuestamente para costear los desplazamientos, manutención y alojamiento de los dirigentes del sindicato en los procesos de negociación de los que formaran parte.

Lo que se consumió con esos 12.716 euros fue: platos de jamón, raciones de gambas y de chocos, tablas de queso, tortillas de patatas, bandejas de croquetas, jarras de cerveza, refrescos, manzanilla y rebujito para 150 personas (trabajadores, responsables del sindicato y algunos invitados institucionales, normalmente del PSOE). Hubo después barra libre hasta el final de la noche.

El goteo de escándalos, que viene relatando El Mundo, es tal que empieza a exasperar. También por el ominoso silencio del sindicato a nivel nacional, y de su líder, Cándido Méndez. Un mutismo y una pasividad que empiezan a oler a complicidad.

Lo que se está conociendo se refiere a Andalucía, pero considero legítimo, y hasta inevitable, plantear algunos interrogantes. ¿Siguen produciéndose tales prácticas en la UGT andaluza? ¿El mangoneo de fondos públicos y la falsificación de facturas solamente ha ocurrido y ocurre en Andalucía, o pasa lo mismo en otras zonas de España? ¿Cabe suponer que de todo esto no sabe nada la dirección nacional de UGT, o más bien estaba al cabo de la calle y, cuando menos, ha mirado a otro lado? Me gustaría que hubiera respuestas.

Algunos analistas intentan minimizar el escándalo, comparándolo con lo que sucede en los partidos políticos, en la línea de “todo el mundo hace lo mismo”. Pero no me parece aceptable el paralelismo. Pienso que a los sindicatos sería mucho más exigible la honradez, la custodia de la legalidad, el respeto reverencial a los dineros públicos, la buena gestión, la sobriedad en los gastos… por lo mismo que teóricamente representan y defienden a un colectivo social como son los trabajadores.

La corrupción sindical me parece mucho más dolorosa. Y los corruptos deberían ser expulsados sin remisión.

 
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