José Apezarena

La tremenda inutilidad de este debate de censura

España y los españoles hemos asistido, ayer, al cuarto debate de una moción de censura en el Congreso de los Diputados. Y esta vez con resultado afirmativo, es decir, la remoción del presidente del Gobierno.

Lamentablemente, el principal interés de eventos de este tipo es la curiosidad. Incluso malsana. Se busca calibrar quién lo hace bien y quién mal, quién se muestra más ingenioso y quién aburre al auditorio. Y se está a la caza de descalificativos, ataques personales... Pero nada más.

Resulta divertido, interesante, hasta emotivo, escuchar a los portavoces, o al menos a algunos. Y calibrar los argumentos, las fintas dialécticas... sin olvidar los rifirrafes, alborotos e incidentes.

El debate quizá pueda servir, como mucho, para que la gente vea en acción a sus dirigentes. Pero poco más.

¿Por qué ocurre eso? Porque se trata de procesos inútiles, por el sencillo motivo de que están trucados previamente.

Todo llega decidido y pactado de antemano, mucho antes de que se abra la sesión. Lo que se proclame y defienda da igual. Lo mismo que no importa nada la mayor o menor capacidad de convencer por parte de los sucesivos oradores.

Ocurre que, aunque pueda sonar extraño, en estos plenos, nadie va a cambiar el sentido de su voto. Ni un solo voto. Nadie va a rectificar, se diga lo que se diga, se proclame lo que se proclame. Y así ocurrió ayer.

Ha sido, pues, un debate inútil, superfluo, prescindible. Como casi todos los que se desarrollan en el Congreso.

Habría bastado con que acudieran a votar y ya está.

 

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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