La utilidad de la monarquía en España

El lamentable caso de la cacería del rey en Botsuana, con lesión de cadera incluida, sigue provocando comentarios y tomas de posición. Y no pocos llevan a mayores el asunto.

Al hilo del incidente, se están planteando cuestiones de calado, como una posible abdicación de don Juan Carlos, e incluso la convocatoria de un referéndum sobre monarquía o república. Lo cual ya me parece excesivo.

Un punto de interés el debate puede centrarse en cuál es la utilidad de la monarquía para España.

En mi opinión, defender la institución apelando a criterios monetaristas, es decir insistiendo en que es la monarquía más barata, o en que costaría menos que una presidencia de la república, es empobrecer los argumentos.

Recordar el decisivo papel de don Juan Carlos para la llegada de la democracia a España, pero sobre todo la resistencia a la intentona golpista del 23-F, son asuntos del pasado. Memorables, dignos de consideración, pero ya lejanos. De los que las nuevas generaciones apenas tienen noticia.

Y no son pocos los que apelan, globalmente, al conjunto de la ejecutoria del rey, a los servicios que “ha prestado” a España. Como si se tratara de un epígrafe cerrado.

En mi opinión, la monarquía no solamente puede apuntarse méritos del pasado, como los reseñados hasta ahora.

Pienso que la monarquía sigue siendo útil hoy, ahora, para este país llamado España. Y puede seguir siéndolo.

Me voy a referir solamente a la figura del rey. Su prestigio internacional es innegable y eso contribuye a la imagen del conjunto del país.

 

Su capacidad de representación exterior es patente. Y por tanto la facilidad para ocuparse de vitales intereses españoles, que tienen que ver, por ejemplo, con suministros petrolíferos y contratos de trenes de alta velocidad.

Un dato más, que a algunos puede molestar. La figura del rey como símbolo de la totalidad del país, y por tanto como elemento de la unidad nacional.

Así que uno de los factores más decisivos para la continuidad de la monarquía es su utilidad. Si sus servicios al país son provechosos, resultará más improbable que nadie se plantea cambiar.

Dicho todo lo cual, los españoles tenemos todo el derecho a preguntarnos, ahora o cuando nos parezca bien, si queremos seguir siendo una monarquía. Y, por supuesto, se cumplirá lo que nosotros determinemos. Viva la libertad.

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