Buenas tardes desde el infierno

Con esta inquietante coletilla empezó ayer su crónica desde Somalia el periodista Vicente Romero, reportero de TVE y RNE en la zona.

Lo que cuenta es sobrecogedor.

En el cuerno de África, doce millones de personas sufren las consecuencias de una gravísima hambruna que afecta a territorios de Kenya, Etiopía y Yibuti. Pero la situación empeora.

El próximo año la falta de alimentos puede afectar ya a 15 millones de africanos debido a la escasez de precipitaciones que se prevé durante la próxima temporada de lluvias.

Para entender la magnitud de la tragedia hay que conocer el alcance del término “hambruna”. Se trata de un calificativo que sólo se emplea cuando una población afronta condiciones extremas. Por ejemplo, que al menos el 30% de los niños sufran “desnutrición aguda”. O que la falta de comida provoque la muerte de dos adultos o cuatro niños por cada 10.000 habitantes.

Eso es lo que está sucediendo allá abajo, en pleno siglo XXI.

Pero Somalia está muy lejos. Aquí sólo hay ojos para la crisis financiera. Occidente permanece ajeno, salvo contadísimas excepciones, a esta plaga. La pasividad de las grandes potencias económicas comienza a ser lacerante.

Lo más triste de todo es que los expertos llevaban casi un año alertando de lo que estaba por venir. El pasado mes de diciembre varias organizaciones llamaron la atención sobre esta crisis humanitaria que se estaba fraguando. No sirvió de mucho. Sólo el pasado mes de julio algunas instituciones decidieron tomar cartas en el asunto.

Se nos debería caer la cara de vergüenza.

 
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