Javier Fumero

A Carmena le falla la memoria histórica

Lo dije públicamente en su día y lo repito ahora. Me gustó mucho el discurso que pronunció Manuela Carmena en su toma de posesión.

Muy cercana, la alcaldesa de Madrid habló de integrar, de escuchar, de contar con todos, de devolver la política a los ciudadanos, de erradicar las desigualdades, el hambre y el maltrato, de luchar por una educación de calidad, de trabajo estable para los madrileños…

Semanas después, ante las primeras críticas que comenzó a sufrir, salí al paso y hablé de dejarle al menos 100 días de gracia. Veamos si acomete una gestión pragmática, centrada en las personas y en el progreso de la ciudad.

Ya lo puedo decir abiertamente: me he caído del guindo. El elenco de patinazos es considerable: la nefasta negociación con el magnate chino Wang Jianlin, sus ocurrencias con la recogida de colillas para niños o las cooperativas de madres para limpiar colegios, la transformación de la cabalgata de Reyes en un desfile de Carnaval o su afición a colocar familiares propios o cercanos en puestos del Ayuntamiento.

Pero la gota que ha colmado el vaso es la campañita desatada contra los monumentos supuestamente franquistas de Madrid en cumplimiento –también presunto- de la Ley de Memoria Histórica.

La retirada comenzó esta semana con nocturnidad y alevosía. Se han cometido errores históricos de bulto con las calles, se ha confundido a un empresario con un golpista y, también por las prisas, se ha vulnerado la declaración de Bienes de Interés Cultural.

Pero lo más grave es lo sucedido con la placa conmemorativa de los 8 mártires carmelitas fusilados el 27 de julio de 1936, situada en el cementerio de la parroquia de san Sebastián Mártir en Carabanchel Bajo.

Es de aurora boreal. Fue retirada de manera oculta, sin comunicación previa al párroco, la semana pasada, en una camioneta. Eso para empezar. Pero es que el equipo jurídico del ayuntamiento ha admitido que la retirada de ese monumento no se puede amparar en la ley citada.

El 27 de julio de 1936, la Guardia de Asalto ordenó el desalojo del convento carmelita de El Carmen, en Castellón. Muchos de los frailes detenidos trataron de escapar en su traslado hacia Madrid, pero fueron fusilados. Ocho de los detenidos, todos ellos jóvenes de entre 18 y 22 años, fueron encarcelados en un asilo del Paseo de las Delicias. La noche del 18 de agosto del 36 fueron llevados a la tapia del cementerio de Carabanchel, donde se les fusiló.

 

Allí, una placa gris de letras negra rezaba: “A la memoria de los siervos de Dios fusilados en este lugar”. En ningún sitio se leía “caídos por España” o algún vestigio que pudiera ser considerado franquista.

¿Quién ha promovido este movimiento? Además de ignorante demuestra una fobia inquietante a la justicia. Es para echarse a temblar.

Más en twitter: @javierfumero

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