Javier Fumero

Celia Villalobos y sube el pan

En el Partido Popular, al menos en algunos sectores relevantes de esta formación, están que trinan con Celia Villalobos.

La vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados, militante del PP y esposa del asesor Pedro Arriola acudió el pasado sábado a ‘La Sexta Noche’. Allí fue interpelada por el periodista Eduardo Inda sobre la cuestión del aborto, en los siguientes términos:

-- E.I.: ¿Y qué les dice a los cientos de miles de personas que no les van a votar a ustedes por haber incumplido flagrantemente el programa? Salvo el retoque cosmético es lo mismo que la Ley Aído...

-- C.V.: No hemos incumplido ningún compromiso. Es lo que nos comprometimos en el programa.

-- E.I.: No, ustedes se comprometieron a derogar la Ley Aído, y la Ley Aído seguirá siendo...

-- C.V.: Lo que dice el programa -¡ya me encargué yo de que dijera eso y no otra cosa!- es que en el caso de los menores… -que es lo que hemos hecho- y que se tomarán medidas para la protección de las familias... Porque lo que no caben en mi partido son personas que dicen no al aborto, no a las relaciones prematrimoniales, no a las madres solteras… porque todo no cabe.

Hay enfado en el PP, digo, porque este partido vivía hasta ahora de ocupar el espectro ideológico del centro derecha. Un abanico muy amplio que le permitía cosechar hasta 11 millones de votos gracias a su capacidad para concitar dentro de la formación posiciones muy dispares.

Lo lograban a base de equilibrios inverosímiles. En algunos casos, gracias a concesiones primero a un bando y luego al otro, cuidando mucho siempre de mantener una proporción, sin enfadar demasiado a ninguna de las partes concitadas en un debate.

Sin embargo, lo que hizo el sábado Celia Villalobos es dar una patada en el trasero a una parte de la militancia del PP.

 

Probablemente ellos lo llaman pragmatismo. A juicio de su marido, Pedro Arriola, las cosas estaban así: si Rajoy derogaba la ley del aborto se arriesgaba a ver marchar cuatro millones de votos; si optaba por una simple operación de cosmética (como finalmente ha hecho) podía perder dos millones de votantes. Ha sido entonces una cuestión de números.

Pero la línea que ha atravesado el PP la otra noche, en la persona de Celia Villalobos, es relevante. Ha demostrado que no domina en absoluto esa actitud tan gallega de “templar gaitas”, en la que su líder Mariano Rajoy es un experto.

De ahí el enfado de una parte del PP: no está el partido para echar a empujones a nadie. Pero a Villalobos eso no debe de importarle mucho.

Más en twitter: @javierfumero

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