Javier Fumero

Codazos miserables por aparecer en las listas

Hay nervios en los principales partidos políticos porque estos días se deciden los integrantes de las listas a las elecciones generales. Ocupar un puesto de salida es tener asegurado un buen sueldo durante cuatro años. Y pisar moqueta.

Es un trabajo difícil para los líderes de los dos grandes partidos, PP y PSOE, porque ambos van a perder escaños y hay mucha gente que colocar. Las formaciones que aspiran a entrar en el Congreso de los Diputados también pugnan por conformar un elenco de elegidos que no levante demasiadas ampollas.

Quienes tienen acceso a la ‘cocina’ de este proceso cuentan que es todo un poco mezquino y miserable. No es cuestión de elegir a los mejores sino a los más fieles, afines, leales, próximos…

Por eso, pasa lo que pasa:

-- Aquí nadie dimite, salvo que uno se encuentre en un verdadero callejón sin salida y reciba orden de la superioridad en esa dirección.

-- Apenas abundan las gerencias transversales, integradas por miembros de otras tendencias políticas. Eso se interpreta como síntoma de debilidad. Consecuencia: no gobiernan necesariamente los mejores, sino los más capaces de mi equipo.

-- Todo se interpreta en clave de poder. Por tanto, las ideas, las propias convicciones quedan, muchas veces, sometidas al interés general del partido: eso es lo único realmente importante.

-- Hay reformas urgentes que jamás se acometerán porque son impopulares y bien podrían costarle el escaño a su impulsor. O sea, que el bien común no es lo que prima. O no es, al menos, la principal norma de actuación de nuestra clase política. Y mientras tanto, un pacto global por la Educación sigue en la lista de asuntos pendientes, por ejemplo.

-- No hay ni rastro de instituciones públicas realmente independientes. Desde Televisión Española hasta el Consejo General del Poder Judicial se alinean demasiadas veces con el que manda. Y la culpa es del gobernante, que sitúa al frente de esos órganos a profesionales bien atentos para que escuchen las directrices de Moncloa.

 

Son sólo algunos casos que confirman aquello que dijo una vez el socialista Ramón Jáuregui: la política española está pequeña.

Más en twitter: @javierfumero

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