Dimitir no es un nombre ruso... ¿O sí?

Lo leí ayer en twitter. Un analista anunciaba del hallazgo de una pintada localizada en una calle de Sevilla: “Dimitir no es un nombre ruso”. Genial.

La frase me trajo inmediatamente a la cabeza el trágico suceso del Madrid Arena. Este martes, el concejal de Economía del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Calvo, anunció que se marchaba. El juez acababa de anunciar, horas antes, su imputación.

Hubo entonces hasta salvas de aplauso, loas y algarabía. ¡¡Acababa de dimitir un responsable político!! Inaudito.

Qué falta de sentido democrático. Qué bochorno. Qué añoranza de esos países en los que, sin un especial conocimiento del ruso, conjugan fenomenalmente el verbo dimitir.

Dicen que la cultura anglosajona, tan puritana ella, tan escrupulosa de puertas afuera como permisiva en lo personal, no tolera los escándalos públicos. Por eso es implacable incluso con la falta en las formas, con las situaciones inapropiadas. Digan lo que digan los jueces.

De ahí, que un director de la CIA dimita si se le pilla en un lío de faldas. De ahí que el director general de la BBC dimita por un reportaje sobre supuestos abusos a menores. De ahí que, al día siguiente, le sigan (dimitiendo también) el editor del informe sobre el que se basó ese reportaje y haga otro tanto la directora de noticias de la BBC.

Igualito que en España.

Sólo dos casos recientes: ¿Ha dimitido alguien en nuestro país por ese escandalazo de los ERE falsos acreditados en Andalucía? ¿Ha presentado su dimisión algún político por los casos de corrupción documentados en Cataluña?

Nada. Si es que aquí de ruso andamos flojitos... ¿verdad?

 

Más en twitter: @javierfumero

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