Esconder a Zapatero

Lo lograron.

Este miércoles, el desfile de la Fiesta Nacional no ha sido ocasión para que el público presente abucheara de forma masiva al presidente Zapatero. Así había sucedido en los años anteriores, para bochorno del inquilino de La Moncloa.

Este año no ha sido así porque los organizadores diseñaron el evento de tal forma, que los presentes ni se enteraron de la llegada y la marcha del jefe del Ejecutivo. Las tribunas estaban a más de 200 metros de la plaza de Neptuno, donde se reunieron las autoridades.

El Ministerio de Defensa decidió alejar a Zapatero del público y la medida surtió efecto.

No deja de ser paradójico, en un momento en el que la distancia que separa al todavía líder del PSOE de los ciudadanos y de su propio electorado es cada vez mayor.

Por distancia que no quede.

En este alejamiento inaudito, la guinda del pastel ha sido la apuesta por un escudo antimisiles insoportable para la izquierda política española, que lleva años bramando contra la guerra de las galaxias y el imperialismo armamentista yanqui.

Pues va a ser que no.

El chico que –tal día como ayer, en octubre de 2003- permaneció sentadito al paso de la bandera de los Estados Unidos, el estadista que apostó por una abrupta retirada de las tropas de Irak nada más llegar a La Moncloa, ha cambiado de opinión.

 

Siete años después, coincide con la política de defensa de los Bush.

Las vueltas que da la vida.

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