Habemus fecha de investidura… con mucha retranca
Qué retranca tiene Rajoy. Lo ha vuelto a demostrar. Así al menos interpreto yo lo sucedido este jueves cuando, por fin, hubo fumata blanca: la fecha de la investidura será el 30 de agosto.
Esto supone algo muy interesante: si fracasan las votaciones que tendrán lugar del día 31 de agosto y el 2 de septiembre, los españoles iremos a unas terceras elecciones… el día 25 de diciembre. Tal cual.
Menudo marrón para Pedro Sánchez. Su “no” le haría quedar como el único responsable de arruinarle las navidades a todos los españoles. No sólo seríamos convocados de nuevo a votar, con la carga que eso supone, sino que nos abocaría a una jornada de reflexión en plena Nochebuena familiar, viajes para regresar a casa y la magia de los más pequeños. Si el PP y Ciudadanos votan “sí”, el líder del PSOE quedaría a los pies de los caballos.
De hecho, me barrunto una cosa. El método dilatorio que ha empleado Rajoy este mes de agosto sobre la investidura –posponiendo encuentros, retrasando posicionamientos y alargando los plazos hasta ayer- buscaba precisamente esto: que la convocatoria de unas terceras elecciones fuera aún más gravosa, si cabe, para los socialistas.
Rajoy ha dejado pudrir el tema para que el debate de investidura no se convierta en una encerrona.
Pedro Sánchez está como loco por devolverle al Partido Popular la humillación a la que lo sometió en la breve legislatura pasada. Allí quedó como un iniciado: en ridículo, compuesto y sin la moncloa. La nueva convocatoria electoral confirmó meses después el bochorno: el PSOE perdió votos y escaños; y el PP subió.
De ahí que el líder del PP despliegue ahora esta estrategia que puede forzar a los socialistas a salir de su punitivo plan inicial. ¿Será suficiente? Veremos. Lo que parece claro es que sencillo, no se lo ha puesto.
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