Huelga de basuras: tú también tienes la culpa

Acabo de escuchar el relato de un británico residente en Madrid. Anda bastante perplejo por lo que está sucediendo en la capital de España con la huelga de basuras. No da crédito a lo que está pasando.

Cuenta que lleva tres años aquí. Tiempo suficiente para haberle cogido cariño a nuestra tierra. Le encanta España. Tiene trabajo estable y de aquí no lo mueve nadie, dice. Eso sí. Hay cosas de la idiosincracia nacional –explica en esplanglish- a las que no les pilla el punto. No las entiende. Se les escapan.

Y para poner un ejemplo, recurre ni más ni menos que a la huelga de empleados de limpieza que estos días está teniendo lugar en Madrid. No entiende, precisa... ¡¡el comportamiento de los madrileños!!

Él es de Manchester. Hace algunos años, sucedió allí un caso similar. Los barrenderos y empleados de jardines se cerraron en banda ante la superioridad. Fueron a la huelga. Sin contemplaciones. Algo brutal: movilizaciones, piquetes, algaradas...

Pero entonces, advierte el chico británico, los ciudadanos actuaron “con más sensatez”. Esos días la gente apenas sacaba basura a la calle. Se limitaban a pequeños paquetitos exclusivamente con materia orgánica. Sólo sacaban a la puerta aquello que se podía pudrir en casa.

Insistía en que, además, prensaban todo mucho para que ocupara el mínimo espacio posible. Bien envuelto para evitar olores y que no se desperdigara por las aceras. El resto, en casa. Dentro se amontonaban los cartones, las botellas, el plástico, el papel... Claro que todo eso estorbaba. Y tanto, porque el paro se alargó lo suyo.

Pero a nadie se le ocurría sacar a la puerta cajas, papeles, latas o cualquier residuo que no fuera biodegradable. Y mucho menos sillones viejos, colchones, zapatos rotos, ropa usada... como se están viendo estos días junto a los contenedores llenos, las papeleras rotas o dando tumbos por las calles de Madrid.

Pues eso.

Más en twitter: @javierfumero