Javier Fumero

Jot Down, El País y El Confidencial Digital

Les voy a contar una historia de periodistas. Un día, hace varios meses, contactó con nosotros un informador. No suele hablar mucho, es más bien discreto, pero cuando propone un encuentro no te hace perder el tiempo.

Me contó lo siguiente. Se había montado una buena pelotera en el Grupo Prisa, una bronca de consideración en los despachos de la alta dirección, por culpa de un reportaje que ni siquiera había visto la luz.

La revista Jot Down, que se distribuye mensualmente junto con El País, había decidido ‘calentar’ la llegada a los cines españoles de la última entrega de la saga ‘Star Wars’ con un número especial: habían propuesto al presidente de Prisa, Juan Luis Cebrián, posar en su despacho con una máscara de Darth Vader y había aceptado.

Hubo planificación de la jornada, pruebas, sesión de fotos y hasta se grabó un pequeño vídeo que se iba a colgar en la web de la revista cultural, con sede en Sevilla. Todo quedó listo para su publicación... hasta que se enteraron los directivos del Grupo Prisa.

Pusieron el grito en el cielo. ¿Cómo? ¿El presidente caracterizado como ‘el lado oscuro de la fuerza’? Pero ¿de quién había sido la ocurrencia? Para formular estas preguntas, el consejero delegado, José Luis Sainz, mantuvo un tenso encuentro con Antonio Caño, director de El País.

Se extendió sobre las graves consecuencias que podría tener para la compañía la difusión de las imágenes. Le hizo ver el daño que supondría para la marca Prisa mostrar a su primer ejecutivo representado como el malo de la Guerra de las Galaxias, y la perplejidad que generaría entre los principales accionistas. Hay que recordar que, además de inversores extranjeros, la banca española tiene ahora un papel protagonista en la propiedad. También se citó el perjuicio que causaría en los mercados unas imágenes de este tipo, en concreto para la cotización de la empresa.

Antonio Caño respondió recordando que la sesión fotográfica había sido una idea del propio presidente. Nadie se la había impuesto. Había mostrado su conformidad al proyecto. Sainz transmitió entonces a Caño que, si el reportaje terminaba apareciendo en Jot Down y distribuido por El País, sería “bajo su exclusiva responsabilidad”. Debería atenerse a las consecuencias que se derivaran de ello.

El director del periódico contactó finalmente con la revista y les comunicó que no habría reportaje con el presidente del Grupo Prisa. Bajo ningún concepto se debían publicar las fotos ni emitir el vídeo.

Hasta aquí el relato que ofreció la fuente informativa. En ese momento nos pusimos a trabajar. Contactamos con El País y con Jot Down. El jefe de prensa del periódico nos atendió rápidamente. Aseguró desconocer lo sucedido, le invitamos entonces a que preguntara, pero se quitó de en medio: nos  remitió al equipo de comunicación del Grupo Prisa.

 

Tuvimos que llamar varias veces por teléfono, pasaron algunos días, enviamos correos electrónicos… Al final, la respuesta oficial de Prisa fue: “No tenemos conocimiento de que esto haya pasado. De hecho, nos suena a chiste. Aquí la historia nos ha hecho gracia. Eso no ha sucedido”.

Horas después, recibimos una llamada del subdirector de la revista Jot Down. Sus palabras fueron, básicamente, las siguientes:

-- “Me han comentado que estáis preguntando por este reportaje. Yo soy el protagonista de ese vídeo y de las fotos. Soy muy fan de la saga y me presté a hacerlo. Juan Luis Cebrián no participó ni en las fotografías, ni en el vídeo. Yo me puse el casco y me caractericé. Otra cosa: no publicamos el reportaje porque no llegamos a tiempo del estreno. Ya no tenía sentido dar salida al reportaje y lo dejamos estar”.

El viernes pasado, tres meses después de estas conversaciones, El Confidencial Digital publicó la portada censurada. Efectivamente hubo sesión de fotos con el presidente del Grupo Prisa y efectivamente hubo veto a que se publicaran.

En la esencia del periodismo está buscar noticias relevantes, veraces y nunca publicadas. Después hay que trabajarlas, corroborar su veracidad y darles un enfoque atractivo, claro y con garra. A los medios se nos acusa muchas veces de superficiales y poco diligentes, de frivolizar y de falta de consideración cuando estamos jugando con la fama de las personas.

Hoy, a la vista de lo sucedido, me pregunto: ¿Y quién pide cuentas a quienes son capaces de faltar a la verdad para evitar que se conozca la verdad? ¿Cómo podemos defendernos los medios de estas prácticas? ¿Cómo responder incluso cuando quienes actúan así son precisamente los que tantas veces van repartiendo certificados de buen y mal periodismo?

Más en twitter: @javierfumero

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