Javier Fumero

Limpia en Madrid, que llega Manuela Carmena

Acabo de recordar aquel relato protagonizado por un escritor inglés –nunca supe su nombre- que un día quiso gastar una broma a diez amigos. A todos les unía una cosa: su prestigio social. Gozaban de un halo de rectitud admitido sin fisuras por todos los conciudadanos del país.

Pues bien. Al protagonista de la historia no se le ocurrió otra cosa que enviarles por correo de forma repentina a esos diez conocidos, de buena posición y fama, una escueta misiva que decía únicamente lo siguiente:

Márchate enseguida: se ha descubierto todo.

Era una broma. Ganas de provocar un poco de desconcierto y nada más. Sin embargo, cuentan que la sorpresa del literato fue mayúscula cuando comprobó que sus diez compañeros se esfumaron. Uno por uno abandonaron el hogar precipitadamente, nada más recibir la carta.

He tenido la misma sensación este lunes tras hablar con varios conocidos, con intereses en Madrid. La impresión generalizada es de perplejidad y desolación. Como si todo hubiera saltado por los aires.

Tras veintitantos años de gobierno municipal del PP cambian las tornas. Manuela Carmena se perfila como nueva alcaldesa de la capital con el apoyo del PSOE. Si no hay tamayazo de última hora al estilo José Luis Balbás –que todo puede ser con Esperanza Aguirre de por medio- se acabó para cientos de empleados de libre designación.

Se acabaron también los contratos preferentes, las ayudas dirigidas, los favores y la interlocución con los de siempre. Cambian las tornas. Ahora llegan los amigos de otros, la inclinación hacia otras empresas, otras sensibilidades.

Carmena va a realizar quitas en la deuda de Madrid (eso ha dicho). Paralizará de inmediato los desahucios. Revisará el contrato de basuras para que lo recupere el ayuntamiento (nada de subcontratas). Paralizará operaciones urbanísticas apalabradas. Subirá los impuestos a las grandes empresas. Intentará que la Iglesia pague el IBI. Va a garantizar luz y agua a todos los que no puedan pagarlos. Auditará las ventas de patrimonio municipal de los últimos años, estableciendo una estrategia de reversión para aquellas que no vea con buenos ojos. Y así.

Quizás por todo lo anterior, he percibido cierto temor entre algunos madrileños… al estilo del literato británico. Nadie tiene nada que esconder, faltaría más, pero dale a la trituradora por si acaso. Corremos el riesgo de que se descubra todo.

 

Más en twitter: @javierfumero

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