No, Mariano. Así no

No hay derecho. Lo digo clarito para que se me entienda. Me parece una colosal falta de respeto el ‘mutis por el foro’ que ha hecho el presidente del Gobierno de un tiempo a esta parte. Por sus pistolas. Porque considera que esa es su forma de gobernar, por lo que sea. Alguien debería decirle que se está equivocando y mucho.

Se equivoca en primer lugar, porque, como digo, es un desplante intolerable a la ciudadanía que le votó.

El cargo de jefe del Ejecutivo lleva consigo una serie de exigencias. No todas están regladas. Entiendo que, por su forma de pensar, Rajoy evitaría incluso las sesiones de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Lo mío es arreglar el país y evitar enredos innecesarios. No. Eso no puede hacerlo porque es una obligación parlamentaria. Y es higiénico.

Pero hay además otra serie de compromisos no escritos que uno adquiere cuando dirige un país. En el sueldo va ese paquete de obligaciones que uno debe cumplir. Y entre las primeras se encuentra dar la cara. Es de recibo.

Digo más. Esto es imprescindible cuando un país atraviesa, como éste, unas circunstancias tan graves. Enumero:

-- El paro, disparado. Muchas familias pasando hambre. Ciudadanos que pagan más impuestos de los que pueden afrontar. Frustración ante una clase política apestada por la corrupción. Una amenaza de fractura nacional como no se había producido antes. Una grave crisis de la monarquía, una institución que aglutinaba hasta ahora a todos los españoles. Sensación general de asfixia por órdenes que proceden de Bruselas y Berlín. Y en general, un país exhausto de sacrificios impuestos desde arriba.

Ante semejante panorama, una nación necesita un líder especialmente cercano.

No digo ya que vaya por delante, blandiendo armas o proclamando arengas encendidas. Digo que vaya al lado del ciudadano. Que le coja de la mano, que se perciba su solidaridad y hasta una cierta empatía: “comprende por lo que estoy pasando y no me va a dejar en la estacada. Hará todo lo posible, al menos, para que eso no suceda”.

Sin embargo, ver a Rajoy a través de una televisión de plasma no ayuda nada. Todo lo contrario. Se percibe distancia. Lejanía. Y como hasta cierta indiferencia: sólo me preocupa que Bárcenas no me salpique; yo a lo mío, salvar un país cueste lo que cueste, reviente quien reviente, para pasar a la historia como el gobernante que no fracasó.

 

No, Mariano. Así no.

Que haga lo que le parezca oportuno, faltaría más, pero después algunos se sentirán amparados para decir:

-- “Que no venga a pedirnos el voto. Porque aunque la economía mejore (¡ojalá!), serás un extraño para nosotros: te mandaremos a tu torre de marfil, con tus puros y tu Marca. Y buscaremos otro líder que, además de gestionar muy bien el país, se haya ganado nuestro corazón”.

Está expresado de forma alto tosca, pero no les faltará razón. Al fin y al cabo somos personas, no máquinas.

Más en twitter: @javierfumero

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