Mi-se-ra-ble

El Tribunal Supremo ha confirmado este lunes la condena a seis años de prisión impuesta al ex presidente de la ONG Anesvad, José Luis Gamarra, al considerar probado que desvió hasta 7,5 millones de euros de donativos a cuentas opacas.

Durante los casi 30 años que estuvo al frente de la ONG, Gamarra fue destinando este dinero a diversos menesteres. Obtenía esas aportaciones promoviendo proyectos de asistencia sanitaria y desarrollo social en países desfavorecidos.

Con ese dinero otorgó créditos sin intereses a empleados afines, concedió premios en metálico, compró un coche a su sobrina, pagó parte de su vivienda habitual, realizó inversiones a través de SICAVS y gastó según le pareció conveniente.

Repito: con un dinero obtenido mediante la generosa aportación de socios y colaboradores de Anesvad. Se habla de un grupo de donantes que alcanza las 90.000 personas distribuidas por toda España que colaboraban de forma altruista.

Cuentan desde Bilbao, donde esta ONG tiene su sede central, que allí se conocen todos. De hecho, Gamarra tenía fama de no ser precisamente un ejemplo de sobriedad, contención y filantropía, algo que sería de esperar por parte de quien gestionaba el dinero de terceros destinado a ayuda asistencial.

Por todo lo dicho, el caso de Anesvad resulta especialmente sangrante. Si la apropiación indebida es siempre repugnante se puede calificar de mi-se-ra-ble en semejantes circunstancias.

Las siglas Anesvad responden a la leyenda: “A Nuestros Enfermos Servimos Viendo A Dios”. Hay que ver cuanta sinvergonzonería por metro cuadrado.

Más en twitter: @javierfumero

 
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