Javier Fumero

Monedero no se equivoca, Monedero se tira

Ya mencioné este viejo chiste en algún comentario publicado años atrás. Trata de un chulo madrileño que iba instalado en la plataforma central de un autobús de línea en Madrid, de esos articulados y con dos cuerpos.

Aquel individuo iba fardando de equilibrio: “el titi no se cae”; “el titi no se cae”. El tipo no iba agarrado a ninguna sujeción: sólo hacía contrapeso con el cuerpo, sorteando cualquier curva del itinerario sin perder pie.

El pique con el conductor iba en aumento porque el chico empezaba a retarlo, con gestos y palabras: “El titi no se cae”, insistía desafiante para que todos le oyeran. El autobusero cada vez forzaba más las maniobras para intentar que el descarado mordiera el polvo...

Finamente, un frenazo en seco, brutal, tras un feroz cambio de sentido y el titi salió disparado hacia adelante. Aterrizó precisamente junto al conductor e impactó con fuerza contra el salpicadero. Un guantazo de campeonato.

Entonces, el conductor no se pudo contener y le soltó irónico con una media sonrisa:

-- “Con que el titi no se cae, ¿eh?”.

La respuesta del chulapo no se hizo esperar. Mientras se limpiaba la sangre que le salía a borbotones por la nariz, proclamó en voz alta desde el suelo:

-- “El titi no se cae. El titi se tira”.

Me ha venido a la cabeza este antigua fábula al leer la entrevista que le hizo Juan Cruz la semana pasada a Juan Carlos Monedero en El País. Es bastante ilustrativa porque muestra, efectivamente, un Monedero crecido, ufano, bien pagado de sí mismo.

 

Todo lo que ha pasado es una campaña de los malos malísimos contra él. Ha sido una víctima propiciatoria. No realiza ni una sola admisión de culpa. No ha cometido ningún error. Él es la pureza, la virginidad y la sabia fresca de un país manipulado, vulgar y miope que no sabe apreciar que lo están haciendo bailar al son de los poderosos.

Monedero es justo y está encantado de haberse conocido. Cristóbal Montoro la tomó con él. Como el mundo, que no le perdona que sea tan transgresor y buena gente. Insinúa conjuras, planes de derrocamiento y campañas denigratorias.

Lo dicho: el titi Monedero no se cae, el titi se tira.

Más en twitter: @javierfumero


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