Javier Fumero

Nueva profesión: esparcidor de mierda

Lo de ese señor llamado Carlos Fabra no tiene nombre. El ex presidente de la Diputación de Castellón acaba de ser condenado a cuatro años de prisión, cuatro, por fraude fiscal. Ha renunciado a su afiliación al Partido Popular pero ahí queda, a la vista de todos, su inquietante currículum.

La Audiencia Provincial ha condenado a Fabra por cuatro delitos fiscales y le obliga a pagar una multa de 1,3 millones de euros (la mitad como multa y la otra mitad como indemnización). La sentencia habla de una conducta “netamente fraudulenta”. Fabra estafó al Estado “de manera cabal” porque era “perfecto conocedor de los ingresos que tenía y todos los ingresos bancarios eran realizados personalmente por él o por terceros”.

Se presentaba ante la Tesorería Pública “alterando los datos patrimoniales, ocultando parcialmente la estructura patrimonial del sujeto pasivo de los impuestos”. Carlos Fabra no declaró centenares de miles de euros "no por ignorancia o descuido".

La sospecha del fiscal es que ese dinero provenía del cohecho y del tráfico de influencias, dos delitos de los que finalmente Fabra ha quedado absuelto por falta de pruebas, y que fueron el origen de la denuncia de uno de los que admitieron haberle pagado, el empresario y ex amigo Vicente Vilar, también juzgado en este caso y absuelto de todo.

¿Cuál ha sido la reacción de Fabra? Tremendo.

-- Ha dicho que todo es fruto de una “cacería político-mediática”. No hay objetividad, ni ecuanimidad. Él es una pobre víctima.

-- Sostiene que le han descubierto algo porque se le ha sometido a una “pertinaz investigación fiscal”. Según la RAE, pertinaz significa: Obstinado, terco o muy tenaz en su dictamen o resolución. Pues eso.

-- Declara que ha recibido multitud de apoyos. “Más de 700 correos y llamadas telefónicas”. ¿Quién cuenta esos mensajes? Qué cosa más extraña.

Y la guinda del pastel:

 

-- “Si les hicieran a ustedes [se refería a los periodistas que le escuchaban] más de cien inspecciones fiscales al año, como a mí, seguro que les hallarían algo”.

Fabra ya tiene nueva profesión: esparcidor de mierda. Todo el mundo es corrupto, todos engañan, la inmensa mayoría defrauda. Todos.

Nunca ha sido tan pertinente aquel dicho que reza: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. Pues va a ser que no. No esparza la mierda, señor Fabra. Por una vez, al menos, pórtese como un hombre y asuma que le han pillado con el carrito del helado.

Más en twitter: @javierfumero

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