Obama y Hillary juegan con fuego
No me gusta un pelo el cariz que está tomando el asunto de la supuesta interferencia de Rusia en las elecciones americanas. Ni un pelo.
A mi modo de ver, Barack Obama y Hillary Clinton se están equivocando y mucho con esta cuestión. Si ambos tienen pruebas irrefutables de que Donald Trump ganó las elecciones del pasado mes de noviembre de forma ilegal, que abran un proceso judicial aportando todas las pruebas. En caso contrario, harían bien en bajar el pistón y llevar este asunto de otra manera.
Recordemos que fue Trump el que amagó con no aceptar el resultado de las urnas si perdía. ¿Qué hizo en aquel momento toda la gente decente? Poner el grito en el cielo. Porque era intolerable. ¿Qué es eso de sólo aceptar el resultado únicamente si gano yo; en caso contrario, rompo la baraja? ¿Es eso democrático?
Pues esa la imagen que están dando estas semanas Obama y Hillary. Los servicios de inteligencia, que todavía dirige el presidente saliente, no presentan pruebas irrefutables. Si así fuera, estaríamos ante una impugnación formal de las elecciones. Y me parecería lo correcto, faltaría más.
Pero lo que se está divulgando es una extraña mezcla de ciberataques promovidos por hackers, campañas de opinión en redes sociales, filtraciones de datos y acciones de lobby. Dando por cierto que todo esto proceda de un contubernio orquestado por la misma mente, queda muy lejos la demostración de que esa fue la causa de la victoria de Donald Trump en las urnas, de que hubo manipulación del voto.
Por lo tanto, mientras los acusadores no tengan pruebas incontrovertibles de un tongo electoral, harían bien en ser más prudentes.
Como ya he dicho en alguna otra ocasión, quien juega a tensar el sistema –el Estado de derecho- corre el riesgo de romperlo. Y en ese momento, amigos míos, échense a temblar: será el caos, la ley del más fuerte.
Más en twitter: @javierfumero
