Javier Fumero

A Pedro Sánchez no lo sacan ni con aceite hirviendo

Soy uno de los pocos masoquistas que dedicó este miércoles varias horas del día a seguir el debate de investidura. Y la primera sensación que he sacado es que a Pedro Sánchez no lo mueven ni con aceite hirviendo.

El líder del PSOE parece tremendamente enfadado. Su cara es un poema. Tiene un rictus casi permanente de cabreo, de indignación, de calcine, de disgusto. Está molesto. No se le ve cómodo.

No sabemos qué le pasa. Es como si las cosas no estuvieran saliendo como él quiere. Porque si pone esta cara cuando está satisfecho, cuando las cosas le vayan mal ¿qué semblante va a tener?

Sólo se le escapó una sonrisa cuando Pablo Iglesias arremetió contra Albert Rivera y Ciudadanos. Ahí se le vio feliz y contento. Encantado, quizás, de que alguien le dijera a la formación naranja lo que él no se atreve a soltarles: mañana los va a necesitar de nuevo.

En cualquier caso, Pedro sigue firme como una roca. No se abstiene porque sabe que si lo hace, su futuro es la nada. Si se pliega, se lo comerán con patatas. Se encuentra en el momento procesal oportuno de ser presidente y su equipo pretoriano, de llegar a ser ministros. Y no lo va a dejar escapar.

Lo va a intentar. Está madurando la idea, ahora sí, de convocar un comité federal del PSOE pero para presentarse como alternativa a Rajoy. Otra vez. El PP no suma: intentémoslo nosotros de nuevo. Esta será su propuesta y a partir de ahí, que cada uno se retrate.

Porque es que, además, le acaban de susurrar al oído que en unas terceras elecciones el PSOE subiría y Podemos caería aún más. Qué oportunidad de sentenciar el temible ‘sorpasso’ para siempre.

Tenemos Pedro Sánchez para rato.

Más en twitter: @javierfumero

 
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