Javier Fumero

Podemos y Pablo Iglesias en esto tienen razón

No soy sociólogo. Pero me atrevería a decir que este país está cambiando de forma significativa. Sufre una transformación de gran calado. Una mudanza, por cierto, bastante beneficiosa para el ciudadano. Y pobre de aquel que siga en la inopia, no haga los deberes y ponga sus barbas a remojar.

La nota más característica de este giro es la siguiente: creo que el poder está volviendo, poco a poco, a manos de los ciudadanos.

Ya sé que esto suena a discurso de Podemos, al “empoderamiento” de los chicos de Pablo Iglesias, pero es cierto. Hoy –más que nunca en la historia de la humanidad- las personas se están convirtiendo en protagonistas de sus vidas, están tomando el timón en algunos campos decisivos.

Gran parte de culpa de todo esto la tiene Internet. Quienes aventuraron que las páginas webs iban a suponer una revolución mucho mayor que la provocada en su momento por la irrupción de la imprenta no se equivocaban.

La llegada de las redes sociales está otorgando al individuo un protagonismo sin precedentes.

¿De qué se habla en el Congreso, en el Telediario, en la cola de la panadería? Más que nunca de lo que quiere la gente. ¿Quién es relevante, prescriptor o influyente? Cada vez lo son menos las instituciones y más las personas (que se pueden convertir ellas mismas en marcas).

Las todopoderosas empresas tiemblan con las crisis que les puede montar un anónimo en Twitter. Los políticos monitorizan Facebook, miden el estado anímico de sus votantes y adoptan decisiones.

La agenda setting (los temas que se van a tratar durante la jornada) la marca cada vez más la gente de a pie. Los medios difunden noticias que adquieren vida propia, que generan nuevos debates ajenos a la intención del difusor, noticias que se consumen de forma independiente a los propios medios…

¿Por qué tengo que comprar un CD con las canciones que me impone una discográfica? No. Yo compro una canción suelta y aquella otra y esa otra... ¿Por qué me tengo que tragar la parrilla completa de una cadena de televisión? No. Yo veo un capítulo de la serie ahora y un documental, después. Y valoro mucho más al que me lo ofrece gratis.

 

Es la muerte de los intermediarios. Se acabó el “te voy a decir lo que te conviene” o “lo que es bueno y malo”. El vecino, el turista, el joven inconformista ya tiene modo de puentear la nota de prensa, el discurso oficial, el plasma o la versión del establishment.

¿Este hotel es bueno? No me lo digas: sé buscar foros con opiniones cualificadas. ¿Y este coche, ese barrio, este colegio, aquel programa, ese otro grupo de música? Soy capaz de descubrir un blog valioso y me informo.

Todo esto nos está cambiando. Por ejemplo: cada vez nos resulta más insoportable a los ciudadanos oír hablar a los partidos políticos de listas cerradas. Y por eso las elecciones a “dedo” del aspirante a una alcaldía (o sea, del representante de esos nuevos ciudadanos) resultan cada vez más anacrónicas.

Más en twitter: @javierfumero

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