Javier Fumero

Podemos corre el riesgo de desintegrarse

Pablo, tenemos un problema. Efectivamente, Podemos da síntomas de fatiga. Estos días se han detectado importantes vías de agua donde más daño pueden hacer: en el interior de la embarcación.

Por un lado, sus aliados tradicionales han empezado a reclamar mayor autonomía. Las Mareas, Compromís, En Comun Podem… siguen de momento al líder de las confluencias en el Congreso pero no está claro hasta cuándo.

La negociación para la obtención de un grupo propio para cada plataforma se saldó con bastante descontento por parte de estas organizaciones. Se habla incluso de una promesa incumplida por parte de Pablo Iglesias, que les había asegurado mayor visibilidad, poder y autonomía en el Parlamento.

Pero también se registra bastante marejada a nivel interno. El secretario de Organización de Podemos en Madrid, Emilio Delgado, acaba de renunciar a su puesto denunciando “parálisis” en el partido y falta de coordinación. El líder de la formación en Galicia ha sido destituido mientras reclamaba mayor “capacidad de decisión” en Podemos Galicia.

Pero hasta en otras cuatro autonomías se han registrado disensiones y enfrentamientos con la dirección nacional. Cataluña y el País Vasco se levantaron contra Madrid denunciando imposiciones políticas. Hubo dimisiones sonadas y tuvieron que improvisarse gestoras. En Cantabria también hubo choque de trenes, con una Ejecutiva enfrentada a su líder regional.

ECD informó este martes de otro sector descontento menos conocido: el grupo parlamentario de Podemos. Desde los escaños morados del Congreso de los diputados se cuestiona el modo de proceder de Pablo Iglesias.

Hay quejas por la falta de comunicación interna. No se les consulta sobre las principales cuestiones, ni se les informa siquiera de las decisiones adoptadas o de la estrategia a seguir. Pablo es hermético, no comparte con ellos los pasos que piensa dar. Es una auténtica caja de sorpresas para quienes deberían estar al tanto.

De todo lo dicho sorprende un detalle. Los principales partidos políticos suelen entrar en crisis cuando sufren derrotas, batacazos o pérdida de poder. Cuando se pisa moqueta nadie chista: se trata de seguir saliendo en la foto. La carnicería se monta nada más aterrizar en la oposición.

Sin embargo, las primeras fracturas internas en Podemos han surgido al poco de entrar en alcaldías y comunidades, y una vez confirmada su espectacular irrupción en el Congreso. Un divorcio en plena luna de miel no hace presagiar nada bueno. Veremos qué sucede cuando lleguen las primeras dificultades de verdad.

 

Más en twitter: @javierfumero


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