Javier Fumero

Puigdemont, como un pollo sin cabeza

Lo escuché este miércoles por la radio y es verdad: lo de Cataluña va camino de convertirse en una bufonada, un sainete, una astracanada. El show de Copenhague, los amagos de investidura en diferido, los rumores sobre su retorno y el propio plan descubierto por el CNI para utilizar un doble y que el ex president entre en España discretamente, llevan la deriva independentista a un lugar peligroso.

Sigo pensando que saldremos de esta, más tarde o más temprano. No veo una salida clara en estos momentos pero hay muchos implicados convencidos de que estamos llegando al límite. Eso sustenta mi optimismo.

Pero se hace duro tanto circo. Resulta lamentable tanta pérdida de tiempo y esfuerzos. Es sangrante el dinero perdido en este desafío.

Mientras tanto, ahí tenemos a Puidgemont: atrapado en su propia historia, deambulando por Bruselas como un pollo sin cabeza. Esta expresión tiene su historia y se aplica muy bien al caso del líder catalán.

Mike fue un ave nacida en 1945 que alcanzó fama mundial y hasta fue incluida en el libro Guinnes de los récords. Su historia se bautizó como “Mike the Headless Chicken” o “Miracle Mike” y se ha hecho acreedora de una fiesta popular en Fruita (Colorado). Mike era un pollo Wyandotte que sobrevivió durante 18 meses después de que su dueño le cortara la cabeza.

Pero tradicionalmente, la expresión sirve para describir la errática actitud de un sujeto, el devenir atropellado, insensato o irreflexivo de alguien que no parece tener un norte, un criterio equilibrado.

El problema de Puigdemont es que no puede dar marcha atrás. Se ha metido en un laberinto del que ahora es muy difícil salir incólume. El espectáculo es penoso y, a su alrededor, la mayoría rehace posiciones, reorienta su estrategia. Él no puede: está atrapado en un bucle.

No le arriendo la ganancia.

Más en twitter: @javierfumero

 
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