Javier Fumero

Rajoy, ni en tu casa ni en la mía

Una amarga victoria, que diría el otro. Eso es lo que ha conseguido el presidente. Rajoy ha logrado ganar estas elecciones generales pero tiene muy difícil formar gobierno.  Este resultado confirma, a pesar de los fuegos artificiales, los duros prolegómenos del inicio de campaña.

A saber: una popularidad por los suelos, la sombra de la corrupción ocultando su gestión, con un partido desmoralizado, tantas promesas incumplidas y tres partidos rivales que apostaban por la esperanza de un renovado amanecer, la frescura del cambio y un nuevo modo de hacer política.

Parecían lastres imposibles de superar y así ha sido. Don Mariano no ha conseguido darle la vuelta a la tortilla y obtener esos 130 escaños que le hubieran facilitado la gobernabilidad. Eso y evitar el desplome de Ciudadanos, que también se ha dejado bastantes pelos en esta gatera electoral.

A mi juicio estas son algunas claves sobre lo sucedido:

1. Una brillante campaña electoral que no ha sido suficiente. Rajoy ha intentado reconquistar en dos meses a gran parte de su electorado, que había decidido no votarle, gracias a una estrategia basada en la cercanía.

Se metió en tu casa y en la mía con Bertín Osborne, respondió a las preguntas de María Teresa Campos, abandonó el plasma para responder a los ciudadanos en LaSexta Noche y pisó la calle como nunca, se mostró llano y sencillo, y hasta sufrió una agresión que le generó muchas simpatías (también por la reacción proporcionada y medida que tuvo).

El PP ha utilizado con éxito el humor en esta campaña, con esos vídeos sobre el hipster y los moteros, animando incluso a sus votantes a reírse del complejo que supone darles su apoyo. El tuit con las gafas del presidente volando fuera de la estratosfera es un hito en Moncloa. Nunca se había visto tanta frescura y modernidad cerca del presidente.

Los asesores monclovitas acertaron también al aconsejarle que no fuera al debate a cuatro. Fue el protagonista invisible de esa cita, por el ‘síndrome de la silla vacía’, y la apuesta relanzó a una crecida Soraya Sáenz de Santamaría. Pero nada de esto ha sido suficiente. Se ha dejado sesenta escaños y apenas margen para lograr la investidura.

2. Pedro Sánchez ha minimizado los daños. Rajoy no ha podido aprovechar la flojera de su principal rival, el líder de la oposición. Pedro Sánchez tiene ya el dudoso honor de haber obtenido el peor resultado del PSOE en democracia, pero no se ha hundido. Habrá que decirlo: el voto oculto también era socialista, señores de la rosa en el puño que no se atrevían a reconocer que votarían al agresivo secretario general famoso ya por ese "indecente". Su principal preocupación ahora será evitar las embestidas de Susana Díaz, que querrá descabalgarlo de Ferraz de inmediato, y decidir si cumple su promesa realizada ante la vieja guardia del partido: "no intentaré formar gobierno si no soy el partido más votado".

 

3. A pesar de todo, el PP tiene un electorado fiel. El PP ha evitado la debacle gracias a esa bolsa de votantes mayores, de más de 65 años, que no han visto tocada sus pensiones y recelan de esos aires de renovación de los partidos emergentes, que amenazan el modelo político y social que esta generación construyó.

4. Pinchazo de Ciudadanos. Aspiraban a convertirse en segunda o tercera fuerza política y han quedado cuartos, a gran distancia del tercero. Para quien no estaba en el Parlamento y viene de ser poco más que una plataforma de amigos no está nada mal. Pero visto lo que vaticinaban las encuestas, Albert Rivera no debe estar muy satisfecho. Cualquier negociación con PP o PSOE parte ahora desde la debilidad de esos 40 pírricos escaños.

5. ¿Nueva convocatoria electoral en unos meses? A todas estas, no hay que descartar que España se vea abocada a unos nuevos comicios de aquí  a unos meses. También cuando Aznar ganó sus primeras elecciones generales a Felipe González con un escaso margen parecía imposible un consenso. Entonces Rato sorprendió a todos negociando con los partidos nacionalistas y logrando el imposible. Sin embargo, estamos ante un escenario muy distinto. Parece difícil pensar que Rajoy pueda liderar ningún gobierno en minoría, con apoyos puntuales, cuando él mismo genera tanto rechazo. Veremos.

Más en mi twitter: @javierfumero

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