Javier Fumero

Rajoy como ejercicio comparado

Mariano Rajoy está encantado. Agoreros y tertulianos de distintas familias profetizaron que iba a recorrer un duro calvario tras la consagración de un gobierno en minoría. Fueron muchos los que afirmaron que esto iba a ser un infierno. Pero han pasado los meses y le va –como él mismo repite- razonablemente bien.

Por increíble que parezca su liderazgo al frente del gobierno no está en cuestión. Quién lo iba a decir tras la precaria mayoría que logró en las urnas. La clave de esta paradoja la explicaba hace unos días un personaje muy cercano a Rajoy:

-- “Como decía san Agustín: Señor, yo en mí mismo no soy nada; pero si me comparo con los demás...”.

Claro.

Rajoy no se mete en charcos. Es muy contrario a las ocurrencias. Gobierna sin alharacas y sin estridencias. Utilizando un símil futbolístico, diríamos que es fundamentalmente un ‘amarrategui’. Primero la defensa, máxima atención al orden, minimizar los riesgos y como objetivo prioritario: mantener la portería a cero. Ni hablar de salidas a lo loco, de exponer lo más mínimo.

Con este modo de proceder, pasan los años y el líder del PP obtiene un balance bastante digno. Ha podido perder algún partido pero nunca por goleada. Nada que no pueda digerirse en unas semanas. Es cierto que el juego que despliega no entusiasma: es triste, gris, aburrido, porque es fundamentalmente destructivo. De acuerdo. Pero este plan le ha permitido lograr una gran efectividad: obtiene réditos casi por desistimiento, con muy poco coste.

Mientras tanto, los rivales se van achicharrando, tanto los que anidan dentro del Partido Popular como los líderes de la oposición. Así, de la comparación agustiniana sale un panorama envidiable: todo apunta a cuatro años de placidez mientras PSOE, Podemos y Ciudadanos bastante tendrán con rearmarse.

Otra cosa es lo que será de España. Rajoy ha dicho que no quiere una legislatura estéril sino fructífera, con acuerdos de Estado pactados con los grandes partidos para que duren varias generaciones.

Se aprobó el techo de gasto. Su subió el salario mínimo. Pero poco más. Ahora le preocupan y le ocupan (que no es lo mismo) otras cosas: Cataluña, los Presupuestos, Trump.

 

Mientras tanto pasan los meses y no se acometen temas básicos, esenciales, de amplio respiro: una ley de Educación transversal, una solución consensuada para el Empleo, un pacto sobre Sanidad, sobre las pensiones, sobre la Dependencia y la atención a los más desfavorecidos…

Estamos perdiendo un tiempo precioso. Nos vamos a quedar sin legislatura. Los acuerdos a los que me he referido exigen un debate de largo recorrido. No va a ser fácil. ¿A qué esperamos?

Más en twitter: @javierfumero

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