Javier Fumero

Resucitar a Franco

Algunos siguen empeñados en resucitar a Franco. Parece que les va bien esa dinámica frentista. A falta de propuestas se dedican a perseguir sombras y espectros.

Un puñado de pirados se dedicó la semana pasada a vilipendiar una estatua del generalísimo decapitada. Había sido colocada en una plaza de la ciudad condal dentro de la muestra “Franco, Victòria, República, Impunitat i Espai urbà”, organizada por el Born Centre Cultural y Memoria (BCCM) de Barcelona.

Pero ni arte ni gaitas. Durante varios días la escultura sufrió todo tipo de perrerías: le lanzaron huevos, le colocaron una cabeza de cerdo y hasta se vio acompañada de una muñeca hinchable. Finalmente la rompieron. Minutos después de la una de la madrugada del pasado jueves, una brigada del Ayuntamiento retiró los restos del monumento.

Es curioso e interesante. ¿Qué está pasando? Yo tengo una explicación.

Se debate estos días intensamente sobre la crisis de la socialdemocracia, el vacío ideológico que sufre buena parte de la izquierda. El desvelo por la erradicación de la pobreza y la exclusión es ya una inquietud transversal. Y la crisis económica mundial ha dejado en ridículo a los bienintencionados impulsores de un estado de bienestar insostenible.

El gasto público desbocado quiebra países. Si disparas la fiscalidad y los impuestos, se asfixia al empresario que crea riqueza.

Por todo lo anterior, la izquierda anda buscando banderas que le permitan conectar de nuevo con la gente y acceder al poder. Algunos piensan que el camino es el populismo, otros optan por el antimilitarismo, hay quien reivindica entonces el revisionismo histórico… Como digo, se apuesta por la persecución de sombras.

Aquí estamos ya acostumbrados a estas campañas. Fuera las estatuas ecuestres, fuera las calles con nombres de militares franquistas y hasta aquella “liposucción” diseñada para el Valle de los Caídos. ¿Se acuerdan cuando el Gobierno Zapatero intentó un “lifting” a esas instalaciones para transformarlas en un balneario, un parque de atracciones o un zoológico tropical?

Somos bastantes los que tuvimos un abuelo en cada bando de la guerra civil española. Por lo que ese enfrentamiento dejó dolor en nuestras familias pero así, en general. Crecimos al margen de consignas familiares. Hubo agraviados y ofendidos bajo las dos banderas. La contienda fue un periodo vergonzante y el franquismo tampoco se mostró un digno vencedor.

 

Por eso siempre me pareció loable el empeño de los grandes políticos de la transición por pasar página. De no ajustar cuentas con nadie porque todos tendrán, sin duda, algo que reclamar legítimamente.

Esta es la razón por la que nunca vi prudente esa Ley de la memoria histórica diseñada para contentar a un solo bando. No me parece digno de un político dedicarse a jugar con los muertos, esa actitud de ajustar cuentas desde el poder.

Más en twitter: @javierfumero

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