Javier Fumero

Ver para creer: el insumiso de Podemos pide justicia

Se ha montado un interesante zipi zape por el ingreso en prisión del concejal podemita Andrés Bódalo. Este señor presenta un extenso historial de acciones violentas. No hablamos de que un día se le fue la pinza, no. Acumula una amplia colección de condenas. A saber:

1. La Audiencia de Jaén estableció el pasado 27 de octubre una condena de tres años y medio de prisión por un delito de atentado (con el agravante de reincidente) por participar en una paliza contra un concejal del PSOE en Jódar. Protestaba como miembro del sindicato SAT porque “los días de campaña de vendimia eran pocos”, a su juicio. La resolución considera probado que se lió a puñetazos con el político socialista.

2. La Audiencia de Sevilla condenó a Bódalo en 2010 por el asalto que el Sindicato de Obreros del Campo orquestó contra la Consejería de Agricultura. Exigían la cesión de una finca. Según la sentencia, Bódalo se encaramó a una barandilla de la azotea y, al grito de “¡fascistas de mierda, franquistas, cabrones!”, lanzó “manotazos y patadas” con gran violencia a los policías que pretendían desalojarlo, provocando contusiones y traumatismos a cuatro de ellos.

3. Fue condenado además por una falta de lesiones tras participar en una batalla campal contra jóvenes de extrema derecha que protestaban por la presentación en Jaén de un libro del diputado de Amaiur Sabino Cuadra.

4. También fue condenado por un delito contra los derechos de los trabajadores que cometió al destrozar una heladería de Úbeda, en 2002, para obligar a sus propietarios a hacer huelga. Fue detenido y juzgado.

A pesar de esta retahíla de condenas, Pablo Iglesias ha salido en su defensa reclamando su indulto. Argumento que ha utilizado: “el derecho a la protesta no debe suponer cárcel”. Totalmente de acuerdo, señor Iglesias. El problema es que el derecho de protesta excluye la violencia y su amigo Bódalo no sabe protestar de forma civilizada. Por eso debe pagar por sus excesos. Como cualquier ciudadano. Esto lo entiende todo hombre de bien.

Pero me llaman también la atención las palabras del propio Andrés Bódalo, que ayer aprovechaba las cámaras de Antena 3 para reclamar equidad: “exijo justicia”, clamaba ofendido.

Es increíble. El injusto agresor, el intolerante, el que atropella el derecho de los demás a no sumarse a una huelga, reclama hoy un trato justo para él. ¿Por qué debemos hacerle caso?

No olvidemos una cosa importante. El señor Bódalo forma parte de un sindicato que aboga por la insumisión, un sindicato que cuenta con una largo historial de asaltos a empresas privadas (como lo supermercados) o de ocupaciones de terrenos privados (como fincas y cortijos). Los derechos de los demás les traen por una friolera. Se los pasan por el forro.

 

Por eso resulta muy singular que un miembro del SAT, ese colectivo que lleva años haciendo gala de actuar al margen del sistema, ahora pida cobijo a ese mismo sistema que denosta para evitar pagar por sus excesos. Pelín incoherente, ¿no?

Más en twitter: @javierfumero

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