Javier Fumero

Voy a contarles una historia (surrealista) a los que no son de Madrid

Hace tres años, nuestra alcaldesa Manuela Carmena y el partido que la aupó al cargo, Ahora Madrid (Podemos), decidieron cimentar gran parte de sus decisiones en el pueblo. La voluntad popular –se dijo entonces- dictaría los destinos de la capital de España porque se trataba de “profundizar en el carácter participativo de la democracia”.

Dicho y hecho. Para facilitar la iniciativa se habilitaron canales y plataformas. Se crearon los llamados “foros locales de distrito” donde realizar las consultas y se comenzó a preguntar a los ciudadanos: ¿quiere usted que se remodele esta plaza? ¿cómo? ¿qué echa en falta? ¿qué necesita?

El plan, analizado en frío tres años después de su puesta en marcha, es absolutamente decepcionante. Las cifras hablan por sí solas. El pasado mes de octubre finalizó el plazo para que los madrileños votaran en ‘Decide Madrid’ la tercera consulta del ayuntamiento. Sólo votaron 45.727 personas, de los 2,7 millones de madrileños mayores de 16 años que hay censados en la capital: un 99% de abstención.

Aún así, al amparo de estos sondeos se han acometido reformas importantes, de gran calado, en varias zonas de la ciudad. Un ejemplo es el proyecto de remodelación de una importante arteria de la ciudad: la calle de Santa Engracia, que une las plazas de Alonso Martínez y Cuatro Caminos.

Esa vía tenía cinco amplios carriles transitables y permitía desahogar bastante tráfico. Por ella circulaban muchos vehículos… hasta que el Ayuntamiento decidió instalar una vía para bicicletas que eliminó de golpe dos carriles: uno quedó completamente destinado a los ciclistas y el otro se reserva ahora para puestos de aparcamiento.

El resultado es que los atascos se han multiplicado en la zona. ¿Y qué uso se le da al nuevo carril bici? Ridículo.

Sea de ello lo que fuere, los vecinos decidieron tomar cartas en el asunto. ¿Qué hicieron? Recurrir al formato ideado por Carmena. Crearon una plataforma vecinal y reunieron firmas para revertir las obras. El pueblo, la base, el ciudadano de a pie quería volver a la situación anterior y sumaron más de 2.000 firmas a favor de esta propuesta, que incorporaba otras dos sugerencias: anular la peatonalización de la calle Galileo y mejorar la iluminación.

El pasado mes de febrero lograron que la iniciativa se votara en el Foro local de Chamberí y ganaron por 30 votos a 20. La eliminación del carril bici (de 2,2 kilómetros de longitud) se ha presupuestado en unos 500.000 euros. La construcción de la vía costó 1,4 millones.

Pues bien. ¿Qué ha sucedido? Algo inaudito: el Ayuntamiento acaba de bloquear la propuesta vecinal. El gobierno municipal argumenta que la iniciativa “queda excluida” de los presupuestos participativos “por la Ley de Estabilidad Presupuestaria”.

 

O sea, que lo de consultar al pueblo, lo de profundizar en el carácter participativo de la democracia es una milonga si se vota lo que no me gusta. Es de aurora boreal.

Más en twitter: @javierfumero

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