Es que ni la alcaldesa de Torrelodones

Es de las cosas que peor toleran los ciudadanos: la hipocresía. Descubrir que las cualidades de las que hacía gala una persona eran sólo pura apariencia. No tiene un pase. Y la reacción es demoledora: el repudio. Algo así le acaba de pasar a la alcaldesa de Torrelodones.

Elena Biurrún, independiente, anunció públicamente su disposición a renunciar al coche oficial del Ayuntamiento. No fue un brindis al sol, una calentura o una promesa circunstancial. Fue el tercer compromiso expreso, de un prontuario de 22 deberes específicos, presentado a las elecciones y en el que se decía textualmente:

-- “Eliminaremos el personal de confianza de alcaldía (gabinete, prensa y relaciones externas) y suprimiremos el vehículo oficial dedicado a alcaldía, así como su chófer y guardaespaldas”.

Se presentó como una medida de ahorro, un freno al gasto inútil, un paso hacia la austeridad y el rigor, que llamaron la atención de los vecinos. Y no sólo.

De hecho, hace exactamente un mes, mostré abiertamente mi admiración por su propuesta en este mismo foro, y me pareció muy bien su participación en el esperanzador spot publicitario que Acuarius presentó en junio, dejando claro que hay políticos extraordinarios, honestos y generosos.

Pues bien. El diario El País publicó este jueves unas fotografías, tomadas el 10 de junio pasado, en las que Biurrún y Santiago Fernández, su esposo y concejal de Urbanismo, el secretario municipal y el chófer del Consistorio aparecen subiendo al coche oficial.

O sea, que hay coche y hay chófer.

Un portavoz municipal confirmó a El País que ese día Biurrún utilizó el vehículo, un Renault Laguna, para acudir a una reunión en la Dirección General de Administración Local. ¿La justificación? “Se sigue utilizando el coche, pero únicamente para actos que tienen que ver con el Ayuntamiento. Y no solo la alcaldesa”, explicó Ángel Guirao, concejal de Comunicación.

Pues no.

 

‘Vecinos por Torrelodones’ no se comprometió a racionalizar el uso del coche oficial. No hubiera habido nada que objetar, probablemente, a esa medida. Pero lo que no es admisible es ‘vender’ una cosa (para ganar las elecciones) y hacer otra (cuando se está en el poder).

De eso precisamente es de lo que están hartos los ciudadanos. De promesas incumplidas, de compromisos aireados para ganar votos que después, se los lleva el viento. Es que ni la alcaldesa de Torrelodones. Qué pena.

Más en twitter: @javierfumero

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