Javier Fumero

¡Que alquiles, carajo!

A nadie le gusta que le empujen o le atosiguen, sentirse constreñido. De hecho, es muy frecuente ver hoy en día a personas reclamando un poco más de espacio en su entorno, como si fuera necesario recordar la importancia de mantener un higiénico perímetro de seguridad.

Si hablamos de la actuación de un gobierno, la importancia de esta solicitud es aún mayor. Sólo los partidarios de un estado totalitario pueden estar a favor de mantener un cierto acoso a los ciudadanos. Que sientan el aliento en su cogote. Que vean mermada su libertad. Que vean constreñido su derecho básico a la independencia de criterio.

Todo esto me ha venido a la cabeza al conocer que el PSOE ha vuelto a amenazar con alquilar a la fuerza los pisos vacíos.

La propuesta ha sido retomada por el diputado regional y candidato del Partido Socialista a la alcaldía de Madrid, Antonio Miguel Carmona, que se encuentra en plena pre-campaña electoral . Asegura que su objetivo es doble: evitar que se produzcan desahucios en la capital y forzar a los bancos a alquilar los pisos vacíos que acumulan por la crisis inmobiliaria.

Para ello –no se pierdan la ironía del asunto- se servirá de una ley franquista todavía en vigor. Se trata de la Ley de Expropiaciones Forzosas, de 1954, que permite expropiar por un periodo máximo de cuatro años el usufructo de las viviendas deshabitadas u objeto de un desahucio por causas económicas sobrevenidas (divorcio, enfermedad, paro...).

Carmona pretende que las viviendas sigan siendo de los bancos o los fondos, pero el Ayuntamiento podría disponer de ellas durante esos cuatro años, incorporándolas así a una bolsa de alquiler social.

Qué quieren que les diga. Yo entiendo el fondo del asunto porque se me abren las carnes al contemplar el drama de tantas familias que se ven obligadas a abandonar sus hogares por las deudas. Hay que arremangarse y hacer algo para evitar este extremo. Pero jamás se me ocurrirá exigirle al PSOE que se desprenda de su espléndida sede en la calle Ferraz para paliar el dolor de tantos madrileños.

Mucho, mucho cuidado con los atajos y con estos tics despóticos. Porque podemos, claro que podemos. Podemos cargarnos el estado de derecho.

Creo que fue Tocqueville el primero en denunciar que el principal peligro en este campo no suele provenir de los tiranos sino de los administradores estatales, de los guardianes del rebaño. Por eso recomiendan vigilar muy de cerca la propia cartera cuando uno desfila ante el marxismo, el comunismo, el fascismo, el nacionalsocialismo y, por supuesto, el Estado del bienestar.

 

Hace poco leí esta interesante idea en un libro reciente. El Estado del bienestar –decía el autor- es uno de los mayores enemigos de la propiedad privada.

En este modelo de sociedad la propiedad queda reducida a la categoría de “tenencia”. Por ese recatado ventanuco se cuelan tanto los colectivismos como toda la reala de impuestos abusivos, la obligación de alquilar viviendas por interés social, las expropiaciones por motivos ecológicos y hasta las discriminaciones “positivas” en la contratación laboral.

No me gusta un pelo.

Más en twitter: @javierfumero

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