Javier Fumero

A por la avenida del Borbón

El Ayuntamiento de Barcelona votó este lunes revisar los nombres de doce calles de la ciudad relacionadas con integrantes de la dinastía Borbón. Ada Colau ha promovido esta moción con el apoyo de CiU, la CUP y ERC, que impulsó la medida. Los grupos de Ciutadans y PP han votado en contra de la propuesta y el PSC se ha abstenido.

La nueva alcaldesa ha dejado bien clara su intención de replantear la presencia de la monarquía tanto dentro del Ayuntamiento —donde retiró el busto del rey Juan Carlos— como en el nomenclator. Y así van pasando los días.

No me considero monárquico, porque no defiendo a la institución en su conjunto. Pero sí tengo en alta estima el papel que puede jugar en un Estado un Rey virtuoso y a la altura de las circunstancias.

Puede actuar como mediador en grandes conflictos. Puede servir de puente entre compañías españolas y socios internacionales cuando negocien contratos y acuerdos beneficiosos para el país. Puede desempeñar una labor de neutral cercanía a los ciudadanos y a sus problemas, convirtiéndose en altavoz de los más desfavorecidos. Puede ejercer de embajador de España por el mundo entero, con la ventaja que ofrece su estabilidad frente a gobernantes que cambian regularmente…

Pero dejando a un lado mi mayor o menor simpatía hacia la institución, no entiendo estos movimientos de Ada Colau. Principalmente por dos razones:

Primera. Un alcalde, una vez elegido para el puesto, debe gobernar para todos. Eso significa, según prometen los propios candidatos en campaña, evitar medidas que sólo beneficien a unos pocos, a los de su bando. Se da por entendido que un aspirante al sillón del poder político es elegido por su capacidad para la búsqueda del bien común. Desde su óptica y sus principios, por supuesto, pero sin sectarismos ni persecuciones.

Segundo. No existe un clamor popular. Con todos mis respetos a los chicos de Izquierda Unida y Podemos, no veo en la calle en estos momentos un clamor popular a favor de que el pueblo se meta ahora, de hoz y coz, en esta cuestión.

De hecho, es bastante alarmante esta dinámica, puesta en marcha por partidos políticos que se dicen afines a la clase obrera, a los más pobres y a los oprimidos, empeñados en distraer la atención de lo que debe ser una prioridad: esas personas que no tienen empleo, aquellos que están pasando hambre, quienes soportan pesadas cargas por los recortes en las ayudas a la dependencia o por la supresión de becas al estudio, quienes integran las enormes listas de espera de la Sanidad...

¿El debate monarquía o república crea más empleo? No. Los españoles no están ahora para cuestiones que no sean “de primera necesidad”. Pero ahí tienes a Ada Colau y los suyos revisando las calles de Barcelona para limpiarlas de Borbones.

 

Como ya dije hace unos días, lo paradójico es que estas maniobras se traducen en votos directos al señor Rajoy. No hay nada que movilice tanto al potencial abstencionista que los dóberman, el fanatismo y insensatez.

Más en twitter: @javierfumero

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