Javier Fumero

Las bondades del ventilador

Es lógico sentir cierto azoramiento al conocer el contenido de la confesión pactada por el promotor David Marjaliza ante el juez Eloy Velasco, el instructor de la llamada trama Púnica. Pago de comisiones, amaño de contratos públicos, desembolsos por mítines y banderolas, abusos de poder, tráfico de influencias, cuentas en Suiza y Singapur…

Es bochornoso, sí. Pero también muy higiénico. Personalmente pienso que es formidable que todo esto suceda. Nos viene muy bien. Enumero algunas ventajas:

1. Nos obliga a pararnos y pensar. ¿Qué nos ha pasado? ¿Qué ha sucedido? ¿Cuál es el origen del mal? Dicen los entendidos que detectar un problema es empezar a solucionarlo, comenzar a transitar el camino que conduce a la salida del túnel.

Mientras uno vive en la inopia, el mal se extiende, vive a sus anchas, lo coloniza todo. Si uno es consciente de que algo dañino lo está destruyendo se replantea las cosas y comienza a trabajar para invertir la tendencia. La sociedad española comienza a percatarse, gracias a los ventiladores, del grado de podredumbre que habita en su interior. Eso no es malo.

2. Se extiende (por fin) la idea de que te pueden acabar pillando. Hasta ahora, parecía que el defraudador era el más listo de la clase. Aquí nunca pagaba nadie por sus fechorías. Durante muchos años, probablemente demasiados, en nuestro país se extendió la idea de que tener cuentas en el extranjero sin declarar era algo normal, razonable, una salida a la que recurría todo el que se lo podía permitir. Pasaban los años y, efectivamente, no pasaba nada. Todo esto se acabó.

El que ahora quiera jugar a los golfos defraudadores es muy consciente de que se arriesga al deshonor: un día alguien puede hackear los archivos de un bufete luxemburgués y uno acaba saliendo en los telediarios. Es una espada de Damocles que servirá para disuadir a los menos escrupulosos.

3. Permite reconciliarnos con la justicia. Que los tramposos paguen por sus excesos es muy bueno para una democracia sana. Quiere decir que funcionan los cuerpos policiales, las investigaciones independientes y la justicia. Todo muy propio de las sociedades maduras y responsables.

Más en twitter: @javierfumero

 
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