Javier Fumero

Y cuando despertó, el periodismo todavía estaba allí

No es ningún secreto que la prensa española está muy malita. Atraviesa una situación bastante delicada fruto de dos hechos extraordinarios: la irrupción de Internet y la crisis económica.

Estas dos realidades –que pocos países han debido afrontar a la vez- han situado al sector de los medios de comunicación bajo los efectos de la tormenta perfecta. Por eso estos últimos años se ha vivido una auténtica convulsión: empresas en quiebra, ajustes de plantilla, desmantelamiento de compañías enteras, brutales recortes de gastos…

Un informe presentado en diciembre por la Asociación de la Prensa de Madrid asegura que desde el año 2008 más de 12.200 profesionales de la comunicación han sido despedidos en España de sus puestos de trabajos en la industria de los medios. Más de 100 medios han echado el cierre. Una barbaridad.

Todo esto ha provocado un efecto secundario muy preocupante: la prensa superviviente se encuentra en situación de extrema debilidad. Tantas penurias y dificultades han convertido a las empresas informativas en entidades más vulnerables a las presiones del poder político y/o empresarial.

Con los daños colaterales que eso conlleva: pérdida de independencia, sustitución de profesionales veteranos y expertos por becarios sin experiencia y mal pagados, entrada del poder económico en el accionariado de las compañías, intervención del poder político…

Se puede decir, por tanto, que vivir bajo los efectos de la tormenta perfecta antes citada nos ha vuelto más frágiles. Con un matiz importante: a más presupuesto, mayor exposición.

En este clave hay que entender algunos sucesos de estos años: el cambio de tres directores de periódicos, el despido de periodistas incómodos, las consignas que impiden la contratación de otros, la proliferación de ruedas de prensa sin preguntas... Hechos lamentables que hemos consentido porque ha habido muy pocas compañías con capacidad de echarle un pulso a nadie con verdadera capacidad de influencia.

Precisamente por esta situación tan delicada resulta una bocanada de aire fresco constatar que, a pesar de los reveses, el periodismo sigue vivo en nuestro país. Lo digo, efectivamente, por el affaire protagonizado por el ex ministro Soria la semana pasada a cuenta de los papeles de Panamá, que han visto la luz gracias a un consorcio de medios entre los que figuran dos empresas españolas: La Sexta y elconfidencial.com.

Felicidades a los dos y, parafraseando el relato hiperbreve de Augusto Monterroso, espero que esto siga así por muchos años: que cuando despertemos de esta doble crisis, todavía el periodismo (como el dinosaurio) esté ahí.

 

Más en twitter: @javierfumero

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