Javier Fumero

El día después de Podemos

Este fin de semana pude charlar con un amigo al que tengo por hombre inteligente y razonable. Le pregunté por Podemos y me respondió contándome una historia. La siguiente.

Un día –me dijo-, mientras caminaba por la calle, un dirigente de un importante partido político fue trágicamente atropellado por un camión y murió. Su alma llegó al paraíso (probablemente por error) y se encontró en la entrada a San Pedro en persona.

“Bienvenido al paraíso”, le dice San Pedro. “Antes de que te acomodes, parece que hay un problema. Verás, muy raramente un alto cargo de un partido político ha llegado hasta aquí y no estamos seguros de qué hacer contigo. Te propongo lo siguiente. Estarás un día en el infierno y otro en el paraíso, y luego podrás elegir donde pasar la eternidad”.

Entonces, San Pedro acompañó al político al ascensor y comenzó a bajar, bajar y bajar hasta el Infierno. Las puertas se abrieron y apareció justo en medio de un verde campo de golf. A lo lejos se ve un club y de pie delante de él están todos sus amigos políticos que habían trabajado con él, todos vestidos con traje y corbata o vestido de noche, muy elegantes y muy contentos.

Corren a saludarlo, lo abrazan y recuerdan los buenos tiempos en los que se enriquecían a costa del pueblo. Juegan un agradable partido de golf y luego por la noche cenan juntos en  el club con langosta y caviar. Comparten la noche con hermosísimas y liberales jovencitas. 

Se encontró también al diablo, que de hecho es un tipo muy simpático y se divierte mucho contando chistes y bailando. Está tan entretenido que, antes de que se de cuenta, es ya hora de irse. Todos le dan un apretón de manos y lo saludan mientras sube al ascensor.

El ascensor sube, sube, sube y se reabre la puerta del Paraíso donde San Pedro lo está esperando. “Ahora es el momento de pasar al paraíso”, le dice. Así que el político, pasa las 24 horas sucesivas pasando de nube en nube, tocando el arpa y cantando.

Antes de que se de cuenta, la jornada se ha esfumado y San Pedro va a buscarlo. “Ya has pasado un día en el infierno” –le dice- y otro en el paraíso. Ahora debes elegir tu eternidad”. El hombre reflexionó un momento y le dijo:

-- “Bueno, el paraíso ha sido precioso, pero creo que he estado mejor… en el  infierno”.

 

Así que San Pedro lo acompaña hasta el ascensor y otra vez baja, baja, baja y baja hasta el infierno. Cuando las puertas del ascensor se abren, se encuentra en medio de una tierra desierta, cubierta de basura y desperdicios. Ve a todos sus amigos vestidos con harapos, recogiendo los desperdicios y metiéndolos en bolsas negras.

El diablo le sale al encuentro y le pone un brazo en el cuello. “No entiendo”, balbucea el político. “Ayer estuve aquí y había mujeres preciosas, un campo de golf y un club, y comimos langosta y caviar, y bailamos y nos divertimos mucho.... y... y ahora, todo lo que hay, es un terreno desértico lleno de porquerías... y mis amigos parecen unos miserables”.

El diablo lo mira, sonríe y le suelta:

-- Ayer estábamos en campaña… Hoy ya votaste por nosotros.

Más en twitter: @javierfumero

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