Que estalle la paz

Regreso de vacaciones, como todos esos españoles que afortunadamente se lo han podido permitir, y me desayuno esta situación prebélica de Estados Unidos contra Siria. Vamos camino de un atropello.

No comparto en absoluto esta guerra. Si en muy, muy contadas ocasiones estaría justificada una intervención armada de una nación contra otra, en este caso no existen argumentos razonables para explicar el uso de la fuerza.

El empleo de armas químicas por parte de Siria es una aberración. Y debe ponerse remedio. Los países occidentales deben unirse, establecer un plan de acción y acometer este desafío pero sin el recurso a la violencia: con las armas del derecho, la razón y la política. Son instrumentos eficaces si se emplean de forma juiciosa.

Al hilo de todo esto, quería hacer otra reflexión. Mucho me temo que este estado de pre-guerra al que hemos llegado debe mucho a ese mundo nuestro que se demuestra cada vez más enemigo de la ley y la imposición.

Una sociedad relativista como la que algunos tratan de establecer no admite hoy otra ley que la que cada uno se da a sí mismo. El resto (instituciones, educación, relaciones internacionales, usos y costumbres) se consideran imposiciones extrañas, ajenas al libérrimo individuo, que deben ser por tanto erradicadas.

¿A qué se reduce entonces la vida social? A la pugna de las voluntades particulares que lidian por imponerse al resto. Una lucha entre fuerzas que superan a los individuos. Caos, conflictos, tensiones.

No. La razón debe imperar y darse la mano con la fuerza. La ley del más fuerte (Asad, Obama, la industria armamentística…) nunca será la herramienta que asegure la vida humana, sino el buen juicio.

Son horas para exigir, alto y claro, que lo razonable es que estalle la paz.

Más en twitter: @javierfumero

 
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