Javier Fumero

Sin gobierno no se vive tan mal

Hace unos días leí un artículo de El País, escrito por el corresponsal de este periódico en Bruselas, que recordaba lo que sucedió en Bélgica cuando el país estuvo 541 días sin Ejecutivo, un nuevo récord del mundo en este apartado.

El análisis de Claudi Pérez venía a concluir que hubo luces y sombras. Por un lado, la economía y la sociedad “siguieron adelante y tuvieron un comportamiento equiparable al de sus vecinos europeos”. El crecimiento, el desempleo y las cuentas públicas “evolucionaron incluso mejor que la media de la eurozona”.

Pero no todo fueron buenas noticias. Los mercados “se fueron poniendo nerviosos” —con la crisis del euro en su apogeo— y los tipos de interés de la deuda pública “se encaramaron a niveles peligrosos”. Una rebaja de la calificación de S&P “acabó forzando a los partidos a formar Gobierno”: una gran coalición de seis fuerzas políticas.

Hace unos años pasé tres semanas en Bélgica. Me pareció un país complicadísimo de gestionar, con un enfrentamiento visceral entre flamencos y valones que ríete tu del independentismo catalán o vasco. Aquello es tremendo. Hablan lenguas diferentes, se desprecian y el choque es brutal en todos los órdenes, a excepción de la selección nacional de fútbol.

También he vivido en Italia, otro ejemplo de lo que significa vivir con gobiernos inestables. Pero aquello es otra cosa. Hay una estructura administrativa formada por técnicos del Estado, de carácter estable y permanente. No cambia cuando muda el partido político que lleva las riendas del país.

Por encima, entran y salen los ministros, que manejan la espuma del gobierno nacional. Debajo, permanece intangible una base sólida de funcionarios expertos que conducen la economía nacional, con mayor o menor acierto pero sólo sutilmente al dictado del titular de la cartera de turno.

Así se entienden las diferencias con España. A saber:

Desde el año 1982, España ha tenido cuatro (4) presidentes de Gobierno: Felipe González (14 años), José María Aznar (8 años), José Luis Rodríguez Zapatero (7 años) y Mariano Rajoy (4 años).

En ese mismo periodo, Italia ha tenido diecinueve (19) gobernantes: Amintore Fanfani (en dos mandatos diferentes), Bettino Craxi, Giovanni Goria, Ciriaco de Mita, Giulio Andreotti, Giuliano Amato (por dos veces), Carlo Azeglio Ciampi, Silvio Berlusconi (en tres gobiernos intercalados), Lamberto Dini, Romano Prodi (en dos ocasiones), Massimo D’Alema, Mario Monti, Enrico Letta y Matteo Renzi.

 

Digo todo esto porque quizás deberíamos ir transitando hacia modelos de gestión como el de Bélgica e Italia. La historia reciente y pasada ha demostrado que las mayorías absolutas ofrecen muy pocas cosas buenas y acaban siendo un foco de podredumbre maloliente. Cito el caso del PP en Valencia como el último ejemplo de ello y bien expresivo que resulta. No deberíamos volver a caer en algo así. Pero para ello el país debe estar preparado.

Más en twitter: @javierfumero

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