Javier Fumero

Me gusta lo que va a venir

Quedan unas horas para las elecciones municipales y autonómicas. Se trata de un momento crucial para el país, donde se están dirimiendo muchas cosas importantes. Mi balance es positivo: soy bastante optimista sobre lo que va a venir.

Por exponerlo de forma sintética, estas son algunas de las bondades que observo en la etapa que ahora comienza:

-- Me gusta comprobar que se acabaron las mayorías absolutas. Mi impresión es que los apoyos masivos traen muy pocas cosas buenas para una nación. Dan estabilidad, eso es cierto, y el ejemplo de la vecina Italia no es bueno: un país tradicionalmente ingobernable por la fragmentación de partidos.

Pero el ‘absolutismo’ democrático tampoco funciona y diría que es peor que su contrario: siempre acaba generando rodillos, impunidad, atropellos e imposiciones. Todo poder necesita su equilibrio, su piedra de toque. Impide la autocomplacencia y el desprecio final al ciudadano.

-- Me gusta percibir que los nuevos aires de la política van a establecer el diálogo como herramienta imprescindible para la gestión de la cosa pública. Los representantes de los ciudadanos van a tener que sentarse a hablar: deberán confrontar pareceres, ceder, negociar y pactar acuerdos. Eso es bueno.

-- Me gusta constatar cómo las nuevas generaciones intelectuales y políticas son más proclives a la transversalidad. Es todo lo contrario al gobierno por siglas, etiquetas y facciones monolíticas. Se pueden lograr entendimientos sin prejuicios. Se difuminarán los tabiques para fijar posiciones entre quienes piensan muy distinto en asuntos de estado, en materias esenciales y básicas. Quizás por este camino, se podrán lograr esos grandes consensos que España lleva años esperando. Por ejemplo, la despolitización de la educación.

Todo esto tiene un nombre: aire fresco.

Más en twitter: @javierfumero

 
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