Llevo tiempo percibiendo cierta perplejidad entre algunos analistas por lo que sucede con el Partido Popular. Tiene un líder con una popularidad cercana a cero, famoso por el plasma y por su falta de empatía con la gente… pero no se hunde en las encuestas.
Es extraño. Resulta muy difícil encontrar a alguien que admita que le va a apoyar. La mayoría reniega y echa pestes. Le acusan de faltar a la palabra dada a los ciudadanos en varias ocasiones y hasta ha salido manchado por la corrupción de la Gürtel y Bárcenas. Pero no se desploma. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo es posible?
Hace unos días escuché una posible respuesta en boca de Narciso Michavila, presidente de GAD3 y analista demoscópico, que sostiene lo siguiente:
-- En estas elecciones hay un dato muy importante: la edad de los votantes.
-- España está partida en dos grandes bloques de electores: los mayores de 65 años y los menores de 45 años. La crisis económica les ha afectado de forma muy distinta.
-- Los jubilados han sobrellevado con relativa calma las estrecheces de estos últimos años. El Gobierno no ha tocado las pensiones y ha mantenido sus ventajas, como el transporte gratis o muy subvencionado.
-- Además el perfil de esta gente ‘mayor’ es de ciudadanos con casa en propiedad. Se estima que un 85% de este colectivo no tienen hipoteca: la inmensa mayoría han pagado su vivienda y están libres de polvo y paja.
-- Este colectivo vivió en primera persona las incertidumbres de la Transición. De ahí que no vean con buenos ojos los afanes redentores que traen Podemos y Ciudadanos, dispuestos a no dejar títere con cabeza en el modelo político y social que esta generación construyó.
-- Por todo lo anterior, estos 9 millones de votantes son fieles a los dos grandes partidos tradicionales, el PP y el PSOE.
-- En esta bolsa de electores está esa base electoral del Partido Popular que, a día de hoy y ‘a pesar de los pesares’ señalados más arriba, le aporta un suelo de unos 120 escaños.
Más en twitter: @javierfumero