Javier Fumero

La incógnita es Ada Colau

No lleva ni siete meses al frente del Ayuntamiento de Barcelona y ya se ha convertido en la política de moda. Ada Colau emerge estos días como posible candidata de Podemos a presidir una de las principales comunidades autónomas de España. 

Está bien. Pero este meteórico ascenso no debe esconder algo inquietante. La ex portavoz de la Plataforma Antidesahucios no es una política profesional.

Ya sé que eso constituye hoy en día más una alabanza que una rémora y en parte lo secundo. Pero no nos precipitemos. La alcaldesa debe demostrar todavía muchas cosas antes de convencernos de que está en condiciones de gobernar una región. No se debe frivolizar.

Ada Colau tiene 41 años. Estudió Filosofía en la Universidad de Barcelona y le faltan dos asignaturas para terminar la carrera. Ha vivido siempre de alquiler y durante dos años, en espacios ocupados. Participó en la lucha antiglobalización y en la plataforma ‘Aturem la guerra’, que se organizó con motivo de la segunda guerra de Irak, en el 2003.

Trabajó en el Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y en el año 2006 se integró en el movimiento ‘V de Vivienda’, desde donde comenzó a denunciar la burbuja inmobiliaria. Tres años después, este colectivo se convirtió en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) que le dio la fama.

Con este currículum está por demostrar, insisto, que Ada Colau no sea sólo una ejemplar y sacrificada activista, capaz de agitar las conciencias de un pueblo y cantarle las cuarenta al poder establecido.

Lo que se le pide ahora en el consistorio barcelonés y, más aún, si llega la Generalitat, es capacidad de gestión, dotes de gobierno, temple para coordinar, magnanimidad para desarrollar un país e intuición para elegir habitualmente lo mejor para todos los ciudadanos.

Más en twitter: @javierfumero

 
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