Ya está lista la guillotina

Hace unos días, pude ver un cartelito en la calle pegado en la pared. El fondo era de un color chillón y el texto decía lo siguiente: “No más gente sin casas. No más casas sin gente”. Lo primero me pareció estupendo. Lo segundo, una aberración.

Para empezar. El propio gobierno de Andalucía habla de expropiaciones forzosas para impedir los desahucios de los bancos cuando tiene alrededor de 700.000 viviendas desocupadas. ¿Es lógico? No. De hecho, debería ponerse remedio. Pero ¿es eso delito? Tampoco.

Y lo más importante: la propiedad privada es sagrada. Salvo que uno haya amasado su patrimonio delinquiendo, el ciudadano tiene derecho a disponer de bienes que nunca le podrán ser arrebatados. Seamos solidarios, por supuesto. Pero voluntariamente. Lo contrario, insisto, es un escándalo.

Se trata de asunto grave. Sólo aquellos que no respetan a la persona humana justifican el atropello que supone violentar la privacidad ajena.

Se justifica el asalto por el bien del colectivo. O por la perpetuación de la raza. Me da igual. No entiendo a quien impone por decreto lo que los individuos deben hacer con sus vidas o con sus bienes. Libertad y respeto.

Los okupas son los primeros en abanderar estas causas. No hay derecho a que tú tengas una casa vacía. Da igual que la hayas costeado con el sudor de tu frente, que la tengas al corriente de pago de impuestos, que estés viviendo en otro país, que prefieras esto o lo otro.

El bien del kolectivo está por encima. Y de eso nada. Precisamente una de las ‘aportaciones’ de la Revolución Francesa a la historia de la humanidad fue esta: desposeer al individuo de su dignidad y canonizar la defensa de la colectividad. ¿Resultado? Se justificó la eliminación en la guillotina de ‘unos pocos’ por… el bien de la mayoría. Menuda perversidad.

Más en twitter: @javierfumero

 
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