Se ofrece periodismo que castra la realidad

La versión digital del diario británico The Guardian ofreció el pasado lunes a sus usuarios algo bastante novedoso: permitía esconder –con un simple click- la información relacionada con el nacimiento del hijo de Guillermo y Catalina Middleton. El asunto merece una reflexión porque la propuesta plantea algunos desafíos.

La web ofrecía una pestaña donde había que marcar si uno era “Republican” o “Royalist”. De ese modo, se ocultaban todas las noticias sobre el nacimiento de la pareja real o se ofrecían más despieces y entrevistas.

A decir verdad, no era una novedad completa. Hace dos años, en abril de 2011, The Guardian ya exploró esta idea, precisamente durante la boda real de Guillermo y Catalina. Entonces, esa noticia ya pudo ser obviada por los usuarios que lo decidieron. Y los expertos aseguran que fue un éxito sin precedentes.

-- “Haz click aquí para ver menos sobre el bebé real”.
-- “Pinche en esta pestaña para leer sólo noticias del PSOE”.
-- “Seleccione esta opción para ver únicamente informaciones positivas”.
-- “Entre aquí si quiere sólo noticias enfocadas desde una óptica atea de la vida”.
-- “Pulse este botón si es del Real Madrid y quiere esconder todo lo que se publica sobre el Barça”.

Sólo la primera de estas posibilidades es real (valga el juego de palabras monárquico). Es la que utilizó el lunes The Guardian. Las demás son pura ficción. Pero sólo van un poco más allá, reman en la misma dirección.

El cliente siempre tiene la razón. Es un principio válido para los negocios. También aplicable a la información en Internet: una web debe servir a sus usuarios. Pero ¿esta máxima tiene un límite?

Hay periódicos de tendencia progresista, diarios fanáticos del Real Madrid, medios republicanos o ecologistas. Son opciones legítimas y libres. Pero la puerta que The Guardian ha abierto alude no sólo a un enfoque intencionado sobre las cosas que pasan (cualquier enfoque lo es) sino a castrar la realidad.

Esto es un salto cualitativo. Quizás deberíamos echarle una pensada a la cuestión.

Uno se pregunta, por último, qué interés tiene observar la vida por un canuto, soslayar a los que no piensan como uno, esquivar sus ideas o evadirse de las realidades con las que uno sintoniza menos.

 

Una actitud así no parece que enriquezca a la persona. Más bien, creo que logra todo lo contrario: su empobrecimiento.

Más en twitter: @javierfumero

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