Javier Fumero

Yo no pago por confidencias

El psiquiatra de la madre de Asunta, la niña asesinada hace cinco meses en Galicia, acaba de admitir que se saltó el secreto profesional que le obligaba con su paciente para remediar su lamentable situación económica.

Textualmente ha dicho que se vio sometido a “presiones de los medios” pero ante el juez el psiquiatra relató sus desdichas económicas, provocadas según ha explicado por un socio que le ha jugado “una mala pasada”, y lo dejó “en la ruina”.

El médico atendió en 2009 en su sanatorio a Rosario Porto y en cuanto ésta fue acusada de matar a su hija, el pasado 21 de septiembre, comenzó a desvelar datos confidenciales, claves incluidas en su historia clínica, detalles de las sesiones, juicios sobre su personalidad, influencias, rasgos de su perfil...

Apareció en programas de televisión, concedió entrevistas exclusivas y facilitó material abundante para que algunos medios de comunicación rellenaran aquellas horas de angustia y estupor.

El caso plantea un interesante debate profesional: ¿se debe pagar a los informadores? ¿es honrado pagar por exclusivas o papeles confidenciales?

Vaya por delante que se trata de una práctica relativamente extendida en el periodismo español. En nuestro país hay algún gran medio que paga por confidencias, por documentos exclusivos o pistas que permiten desvelar primicias.

En El Confidencial Digital no lo hemos hecho nunca, ni lo hacemos ahora, ni lo haremos en el futuro. Por varios motivos:

1. Es una práctica discutible. Cuando un medio paga por material confidencial entra en una espiral inquietante. Mercadea con secretos y se adentra en terrenos pantanosos. ¿Hasta qué punto la necesidad (o el ansia) de dinero puede forzar a una persona a violar el secreto profesional? Es un terreno resbaladizo y con muchas aristas.

2. Es una estrategia cortoplacista. Si un medio se acostumbra a vivir de la compra de exclusivas (algo mucho más placentero –por cierto- que moverse para intentar descubrir lo que nadie ha contado), le será más difícil salir de esa dinámica. Mientras tanto, la partida destinada a gastos decrece inexorablemente.

 

3. Es un modo perverso de educar a tus periodistas. Porque fomentando esta práctica, lanzas el siguiente mensaje: el mejor informador es el que tiene más dinero; o el que trabaje en un medio con más millones. No me parece bien que el mérito profesional esté vinculado a la capacidad adquisitiva sino al talento, a la capacidad de buscar, de hacerse preguntas, de estar alerta, de investigar, de generar confianza, de contrastar los temas...

Una cosa más. Como sucede en tantos aspectos de la vida, creo que el modo de proceder por el que apostamos en esta web es más lento, más largo y más proceloso que su contrario. Sin embargo, los atajos suelen ser el camino más corto pero no necesariamente la mejor opción. Hay mucho que perder en este caso. Al menos, es lo que yo pienso.

Más en twitter: @javierfumero

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato