Javier Fumero

De políticos y periodistas, de mezquinos y miserables

Lo que estamos viviendo es una peligrosa muestra de la deriva que esto ha tomado de un tiempo a esta parte. El grado de ofuscación y extravío en el que estamos cayendo es notable. Y sí: me refiero al comportamiento de algunos políticos y periodistas ante el repentino fallecimiento de Rita Barberá en un hotel de Madrid.

Dejemos a un lado que ningún tribunal la llegó a condenar. Admitamos incluso que hubiera realizado operaciones de blanqueo de dinero del Partido Popular por un importe de unos 1.000 euros (que es por lo que se le investiga). Incluso ante un caso así, la muerte de una persona debería provocar que se pararan los relojes.

Hablo de los relojes políticos, de los juicios partidistas, de los enfoques publicitarios, de los aprovechamientos interesados, del cortoplacismo en general. Cuando asistimos al fallecimiento de alguien, sea quien sea, el suceso interpela –o así debería ser- a nuestra esfera más profunda: la razón de vivir, el fin último de nuestros actos, el papel que uno juega en el mundo…

Por eso, las reacciones mezquinas suponen una profanación del carácter metafísico del hombre. Por eso resultan también tan llamativas. ¿Cómo puede un ser humano no conmoverse ante el final de la vida de otra persona, sea quien sea? ¿Tan abollado tiene el sistema operativo como para no captar la obscenidad que supone su falta de miras?

Es increíble.

No estamos, por cierto, ante un fenómeno exclusivamente español. Todo hay que decirlo. Si miramos a Estados Unidos contemplamos un país dividido como nunca por una confrontación política excesiva. La situación se les ha ido claramente de las manos. Durante la campaña electoral se han traspasado límites nunca vistos: insultos, mentiras, graves acusaciones, descalificaciones, hostilidad sin cuento, furia…

¿Qué nos está pasando?

El comportamiento cívico es imprescindible para la vida buena. La salud de un pueblo no se mide sólo por la gestión de los servicios públicos, el déficit, las exportaciones, la renta per cápita y el IBEX 35.

Una sociedad que no fomenta las actitudes más nobles acabará convertida en un erial. Hablo de diálogo, de respeto, de participación, de tolerancia, de responsabilidad en contribuir al bien del vecino…

 

A mi modesto modo de entender, algunos políticos y periodistas deberían reflexionar un poco.

Más en twitter: @javierfumero

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