Javier Fumero

Prohibir las esteladas es una soberana majadería

Cada vez que lo digo, me corren a boinazos. No importa. Porque quienes reaccionan así son los amigos del lanzallamas, los que solucionarían este problema (y todos lo de esta índole) sacando los tanques a la Diagonal de Barcelona. Y precisamente mi tesis es que así no se hacen las cosas, esta no es forma.

Insisto: es del acervo común que la resolución de conflictos exige diálogo, capacidad de escucha, mucho tacto, firmeza siempre maridada con prudencia, contemporizar, magnanimidad, cariño y visión a largo plazo.

Por lo tanto, están incapacitados para la diplomacia los cerriles, los intolerantes, los fanáticos, los obcecados, los cortoplacistas y los impacientes. Estos suelen agudizar las crisis, enquistar las contiendas o provocar incluso nuevas colisiones.

A la vista de todo lo dicho, soy de la opinión de que prohibir las esteladas en la final de la Copa del Rey de este domingo es una soberana majadería. Una torpeza de grandes proporciones.

Se provoca de forma innecesaria; se logra lo contrario de lo que se pretende; se ofrecen argumentos a la carta para quienes piensan que Madrid o España se han fijado como objetivo tocar las narices, no remediar un desencuentro; se vuelve a avivar un incendio que se estaba apagando lentamente; y sobre todo, no sirve absolutamente para nada útil respecto al quid de la cuestión: el desafío independentista.

Entiendo que portar esteladas en un evento deportivo de esta categoría es una ilegalidad y un atropello. Lo sé. Sin embargo, yo esta batalla, ahora, no la daría. Insisto: ahora, no.

Otra cosa muy distinta sería que Ada Colau cambiara, un día de estos, la bandera española por una estelada en el Ayuntamiento de Barcelona. Ahí, tolerancia cero. Ahí, sea cuando sea. Porque eso sería un desacato a la Constitución, en un edificio público.

Alguien puede alegar que la ilegalidad en un campo de fútbol tampoco debería quedaría impune. De acuerdo. Se me ocurre lo siguiente: a toro pasado (es decir, sin cacheos absurdos), uno emite una queja formal para que persiga este abuso. Y a otra cosa, mariposa.

Dejo claro que el "ahora" es muy importante. Por ejemplo: en otro escenario donde hubiera una confrontación viva, abierta y pública, de desplantes mutuos, de afrentas de un lado y otro, esta decisión no sería tan relevante. Pero es que ahora el ‘souflé independentista’ se estaba deshinchando. Lo que menos convenía en estos momentos es gasolina para avivar los rescoldos.

 

En este contexto, entiendo perfectamente la frustración de quienes llevan meses luchando en Cataluña, de forma discreta pero tenaz, para la resolución de este conflicto. Con una decisión de estas características se puede tirar por la borda el trabajo de muchos meses. Qué pena. Cuanta cerrazón.

Más en twitter: @javierfumero

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