Javier Fumero

Dónde quedó la crisis de la monarquía

Es curioso comprobar cómo ha cambiado con los años el grado de percepción que tenemos de las cosas que pasan ante nuestros ojos.

Ahora todo se vive más intensamente y a una gran velocidad. Estamos expuestos a muchos más impulsos que nunca, que son percibidos de forma dramática. Generan un gran impacto pero, a la vez, no llegan para quedarse: rápidamente son sustituidos por otros.

La vida fluye así ante nuestros ojos de forma conmovedora pero a ritmo de vértigo, sin tiempo que perder. Dos ejemplos:

1. Este país sufrió hace un tiempo una crisis de alcance mundial tras la infección de una enfermera española por el virus del Ébola, la primera vez que algo así sucedía fuera de África. ¿Se acuerdan cómo vivimos aquello? Parecía que se acababa el mundo. ¿Cuándo fue? ¡Hace sólo cinco meses! Sin embargo, parece que todo pasó el siglo pasado.

2. Hace menos de nueve meses, sólo nueve, España vivió un hecho histórico que paralizó la nación. Se produjo algo inaudito: la abdicación del Rey don Juan Carlos y la proclamación de Felipe VI como rey de España.

La monarquía atravesaba una crisis brutal, sin precedentes. Muchos daban por amortizada la institución. No parecía tener remedio. Tantos frentes abiertos no dejaban lugar a la esperanza: la herida provocada por aquella cacería en Botsuana no terminaba de cicatrizar; el caso Corinna tampoco moría del todo; la imputación de la Infanta Cristina por el caso Urdangarín llevó la palabra corrupción hasta las puertas de palacio… Un horror.

Sin embargo, han pasado nueve meses desde la llegada de Felipe VI al trono y ¿dónde está la crisis de la monarquía? Parece que se le ha llevado el viento.

A decir verdad, creo que en esta ocasión no sólo el paso del tiempo ha sido el responsable del final de esta crisis. El propio rey ha tenido mucho que ver. El rey, la reina Letizia y las niñas.

Despacio, sin aspavientos, casi de puntillas, la pareja real y sus hijas han ido ocupando un puesto relevante en el imaginario colectivo. Con profesionalidad, cercanía y cariño. Insisto: sin estridencias sino con mucho tino y trabajo.

 

Casi ni nos hemos dado cuenta.

Más en twitter: @javierfumero

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