El racista

Mariano Rajoy prepara una ley de extranjería que endurecerá las condiciones de los inmigrantes que pretendan venir a España. La noticia, publicada el sábado por ECD, provocó un intenso debate entre los lectores. Me llamó la atención el tono que empleaban algunos.

Lo confieso. Algunos comentarios me han dejado bastante inquieto. Parece que hay mucho español dispuesto a descargar en los extranjeros la frustración generada por la crisis, el paro o la inseguridad.

Leyendo esas opiniones parece extendida la idea de que indocumentado en necesariamente sinónimo de “delincuente”, que inmigrante quiere decir “un puesto de trabajo menos”, que sin papeles significa “aprovechado dispuesto a explotar la sanidad y educación española gratuita”.

Puede que sea así. Alguno llegará a España con esa intención.

Sin embargo, yo veo también otra realidad bien distinta.

Veo a foráneos que desempeñan trabajos que ningún español se digna realizar. Los veo en invernaderos, en canteras de piedra, en talleres de maquinaria pesada, en grandes obras colgados de los andamios, en bares y cafeterías, limpiando mugre y cargando cajas.

Veo a esas profesionales que realizan tareas del hogar y cuidan de los ancianos nacidos en España, cuidan de esas personas mayores que los nacionales no tienen tiempo de mimar porque prefieren vivir su vida o marcharse de vacaciones.

Una cosa más. Espero que esos miles de españoles que estos días se están viendo obligados a emigrar en busca de un futuro mejor no sean tratados con el mismo rasero que el que utilizan estos comentaristas furibundos.

Más en twitter: @javierfumero

 
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