El ridículo de Leire Power Pajín

España ha pasado página este domingo. Es cierto. Pero nos va a costar mucho tiempo digerir lo que ha sucedido en nuestro país estos últimos años. El transcurrir de los meses va a permitir enjuiciar, desde una mejor perspectiva, lo que nos ha pasado. Y algunas conclusiones van a ser especialmente sangrantes.

Fíjense en algo muy cercano.

Este martes se ha sabido que Power Balance, la empresa que ha comercializado estos años en España las pseudo-milagrosas pulseras revitalizadoras, está a punto de declararse en quiebra. Un grupo de consumidores norteamericanos denunció el pasado mes de enero a la compañía por publicidad engañosa y sus dueños aseguran que no tienen modo de hacer frente a una sanción que podría rondar los 40 millones de euros.

Se trata de esas pulseras de neopreno o silicona, con un discreto holograma circular, que prometía a su portador “un aumento del equilibrio, fuerza, flexibilidad, resistencia, enfoque, coordinación y ritmo, dando al cuerpo un estado de armonía y equilibrio como lo tuvo antes de la contaminación por sustancias químicas, comidas rápidas, la falta de ejercicio y el estrés”.

El fabricante aseguraba, además, que también servía para curar el insomnio, los nervios e incluso reducía el acné juvenil.

El artilugio se popularizó por una agresiva campaña publicitaria que se sirvió de personalidades de la política, el mundo del espectáculo y los medios de comunicación.

En España se dejaron ver con ella personalidades como el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González; la infanta Doña Elena; el diputado ‘popular’ Gustavo de Aristegui; Esperanza Aguirre; la periodista Sara Carbonero; Antonio Banderas o Belén Esteban.

También futbolistas como Cristiano Ronaldo, Daniel Alves, Sergio Ramos, Guti, Raúl y Sergio Canales. Periodistas y comunicadores como Antonio Jiménez, conductor de El Gato al Agua, María Escario o Pablo Motos. Y otros deportistas como Fernando Alonso, Pau Gasol, el campeón de rallys Dani Sordo, Seve Ballesteros, Feliciano López, Rafa Nadal o Gemma Mengual –quien participó de forma activa en su promoción.

Sin embargo, el caso más llamativo fue el de Leire Pajín. Ni más ni menos que nuestra ministra de Sanidad acudió a varios actos con la pulsera de marras. Una imprudencia que provocó las protestas formales del Consejo General de Enfermería de España, de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y del Consejo General de Colegios de Médicos de España (CGCOM).

 

La pulsera había sido ya entonces objeto de diversos estudios científicos y todos habían determinado que no ejercía ningún tipo de efecto –ni beneficioso ni perjudicial- sobre el organismo humano. Pero el argumento más contundente contra la Power Balance llegó tras un experimento de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid.

Un grupo de investigadores seleccionó a 79 jóvenes y les sometió al procedimiento “doble ciego”: todos ellos llevaban Power Balance, pero a algunas pulseras se les quitó el holograma que presuntamente causaba los efectos beneficiosos. Quienes no llevaban holograma dijeron haber sentido una mejoría en su equilibrio. La conclusión del estudio fue que la pulsera no ejercía ningún efecto.

Así se escribe la historia de algunos ministros que han dirigido los designios de este país.

Más en twitter: @javierfumero

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